¿Es Djokovic invencible?

Tomás de Cos

La nueva victoria de Djokovic en la final de Roma reabre muchos debates entre los aficionados al tenis. Como lo hiciera el fulgurante ascenso de Nadal y su pulso con Federer años atrás. La inmaculada temporada del serbio no ha dejado impasible a nadie. Pero analicemos los hechos y las sensaciones que dejan las cuatro finales consecutivas ganadas ante el número uno mundial.


Nadal encajó el domingo la cuarta derrota consecutiva en una final frente al mismo rival. Sólo Davydenko ha ganado también a Nadal en sus últimos cuatro enfrentamientos, pero no todos fueron en finales. Es la segunda sobre tierra batida, la superficie talismán del balear, y ambas en dos sets. En los cuatro duelos de 2011, Rafa sólo ha sumado dos sets (Indian Wells y Miami) y ha perdido ocho (58-43 en juegos). El cara a cara entre Nadal y Djokovic se ha equilibrado un poco más: 16-11. Sobre todo en finales, donde ha pasado del apabullante 5-0 de Nadal al 5-4 actual. Y además ha atenuado la hasta ahora arrolladora efectividad del balear en finales. En 2011 ha logrado ganar el 33% de las disputadas (2 de 6, Montecarlo y Barcelona, ambas sin Djokovic en el cuadro), lo que contrasta con el 72,5% de efectividad que luce a lo largo de su carrera.

El triunfo en el Foro Itálico ha supuesto para el serbio el séptimo título del año (Australia, Dubai, Indian Wells, Miami, Belgrado, Madrid y Roma), el noveno Masters 1000 (iguala a Muster) y el vigésimo quinto de su carrera. Una victoria que le ha permitido estirar un poco más su monumental racha de victorias consecutivas hasta las 39. Es la sexta mejor racha ganadora de la Era Open por detrás de las de Vilas (46), Lendl (44), McEnroe (42), Federer (41) y Borg (41). Con sus 37 conquistas de 2011 tiene a tiro superar el mejor arranque de temporada jamás escrito: las 42 victorias de 'Big Mac' en 1984, al que podría dar caza en París. Djokovic es el tercer jugador en la historia que ha superado dos veces en tierra batida a Nadal (antes sólo lo lograron Gaudio y Federer) y el segundo en hacerlo en dos finales, tras el suizo.

Sus estadísticas de 2011 explican su actual supremacía. Es el segundo jugador con más juegos ganados al servicio, por detrás del bombardero Karlovic y el tercero que más bolas de break ha salvado (70%) tras dos expertos sacadores, Karlovic y Roddick. Al resto también es el tenista que más juegos ha ganado (43%) y el segundo que más bolas de break ha convertido. Ahí le gana Murray. Además, es el tercero que más puntos suma sobre el primer saque del rival (tras Nadal y el escocés) y el segundo más efectivo restando segundos servicios, con el mismo porcentaje que el manacorense (59%).

Y para acabar con los números, las cuentas de la lucha por la corona del tenis mundial. Nadal suma 12.070 puntos por 11.665 de Djokovic. Pero Rafa, pentacampeón de Roland Garros en 2010, defiende 2000 puntos, mientras que 'Nole' defiende 360 puntos como cuarto finalista. Así que los 405 puntos de ventaja del español podrían esfumarse en el Abierto de Francia si el balcánico alcanzara la final (con independencia del resultado) o si se quedara en los cuartos de final y el balear no sumara su sexto triunfo en París.

Hasta aquí los datos. Pero conviene no despreciar las sensaciones, aunque puedan estar cargadas de subjetividad. Con su hazaña, Djokovic ha retado al actual número uno, del mismo modo que éste hizo con Federer tiempo atrás. Ha arañado su ego en público, lo que deja entrever el nacimiento de una nueva rivalidad en el deporte de la raqueta. Esperemos que sea tan fructífera y respetuosa que la que Federer y Nadal han ofrecido estos años. De cualquier forma, estas palabras no pretenden enterrar a Federer, que seguirá teniendo opciones de seguir coleccionando éxitos si mantiene la motivación necesaria. Eso sí, los cinco años de diferencia con Nadal y los seis que lleva a Djokovic o Murray, empiezan a notarse.

Djokovic ha invertido el dominio psicológico de sus duelos con Nadal. Ahora sabe que puede ganarle en cualquier superficie y aguanta mejor los momentos decisivos de los partidos. Esos que acaban decantando la partida de ajedrez y el combate de boxeo que encierra cada partido de tenis. En Roma, el clon musculado de Jesulín de Ubrique, al que algunos ya apodan 'Thor' o 'Invictus', se mostró insensible a los reveses del partido como ya hizo en Indian Wells, Miami y Madrid. Superó las adversidades y las reacciones de Nadal con una tranquilidad envidiable. Y tampoco acusó el desgaste físico de una semifinal épica con Murray de más de tres horas, ni el hecho de jugar a nivel del mar y en el 'Campo Centrale', uno de los escenarios favoritos de Nadal. Al contrario de lo que parecería lógico, la distancia entre ambos pareció más grande en arcilla (donde no sumó un set) que en cemento. Aunque eso podría explicarse por la desconfianza acumulada por uno y la seguridad añadida por el otro. Al final, Nadal ha salido más escaldado de sus cuatro pulsos con Djokovic, que su Real Madrid de la tormenta de clásicos con el Barça.

Aunque trató de jugar más agresivo y cerca de la línea de fondo que en la Caja Mágica, las bombas liftadas de Nadal no hicieron los estragos previstos en 'Djoker', que atacó con paciencia y sin descanso. Sus tiros, potentes y profundos, iban limando las devoluciones de Nadal, hasta desactivar su veneno. Además, Nadal arrancó cada punto a remolque, desde la defensa. Incluso cuando sacaba. Al contrario de lo visto en Mónaco y Barcelona, torneos en los que zarandeó a sus rivales de un lado a otro de la pista y en los que asomó por la red para los finalizar puntos con autoridad. 'Nole' hizo gala de sus mejores virtudes: intensidad, agresividad, movilidad, defensa, solidez, paciencia, variedad de golpes... Virtudes que comparte con Davydenko, otro coco del balear. Y al contrario que Federer, no se bloqueó por tener que lanzar siete winners seguidos para cerrar cada punto, ni se jugó bolas imposibles. Fue adelantando la trinchera paso a paso hasta ganar la batalla.

¿Pero qué ha hecho a Djokovic tan temible? El pupilo de Marian Vajda ha incrementado el control de sus emociones, su consistencia (ahora no falla una bola), la resistencia física y mental, y su madurez. Ni rastro de sus pasados problemas de respiración, ni de sus bajones por calor. Lo que unido a su técnica, agilidad, flexibilidad, potencia y explosividad le hacen brutal en estos momentos. Hasta veintisiete tenistas lo han intentado sin éxito desde que Federer le ganara en las semifinales del ATP World Tour Finals: Simon, Monfils, Granollers, Dodig, Troicki (3), Berdych (2), el propio Federer (3), Murray (2), Llodra, Feliciano López (2), Mayer, Golubev, Gulbis, Gasquet, Nadal (4), Istomin, Blake, Anderson (2), Fish, Ungur, Kavcic, García-López, Ferrer, Bellucci, Kubot, Wawrinka y Soderling. Pero la derrota llegará y habrá que ver cómo la digiere y afecta a su confianza. Porque nadie es invencible.