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La empatía entre Iker y el míster

Luis confesó en su fugaz pasó por Madrid que desde la Eurocopa sólo había tenido algún breve contacto telefónico con Casillas. Iker reconoció ayer que tenía ganas de dar un fuerte abrazo al "míster", como él siempre le llamaba. La empatía surgida entre ellos en los cuatro años de convivencia en la Selección no es la lógica y normal entre un veterano jefe de 70 años y un joven discípulo de 28. Hubo un momento de inflexión en esa relación que al principio era indiferente. Fue cuando el brazalete de capitán pasó del brazo de Raúl al de Iker. A partir de ese momento y conocerse mejor, los dos cambiaron su opinión el uno sobre el otro y comenzaron a construir un vínculo ejemplar.

Nunca en su prolija carrera había dicho Luis de un jugador lo que dijo de Íker. "Es un diez en todo, en la portería, en la capitanía, en su comportamiento, es un fenómeno y tiene 27 años. Ha sido el que ha estado más cerca de mí". No fue casual, tampoco, la reacción del jugador en las celebraciones. Fue el precursor del "míster quédate" y "nosotros no volvemos si el míster no está aquí", que se convirtieron en los cánticos más entonados por el grupo en sus momentos más íntimos. A esas alturas Casillas ya había descubierto a un tipo particular pero cabal que iba siempre de cara. Y Luis se había convencido de que ese chaval no tenía que esperar a ser un veterano ni crear intrigas en el vestuario para llevar el brazalete con inteligencia. Casillas fue para Luis un capitán ejemplar. Le trataba con un solemne respeto, pero al mismo tiempo sabía plantearle los asuntos más espinosos.