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El Atlético pierde la escapada buena

Hace años que los Barça-Atleti o viceversa son un cóctel explosivo, con las pizarras hechas añicos y goles a barullo. Y con una inclinación extraña añadida: cuando el Atlético era malo, solía ganar al Barça, y parecía bueno. Ahora que el Atlético es bueno, pierde con el Barça, y pierde con estrépito, y entra en confusión. Se está formando la escapada buena en la Liga y el Atlético se descuelga de manera alarmante tras un partido del que le va a quedar el escozor de la goleada y algo peor: una duda muy seria sobre su verdadera capacidad, porque se vio zarandeado por el Barça durante todo el partido.

Un gran Barça, desde luego. Es verdad que en cinco minutos ganaba dos a cero, y en ocho tres a cero. Y que el Atlético pudo hacer más en esos goles. Pero si los marcó el Barça fue porque estaba por allí arriba, porque aprovechó las rendijas, porque lució una enorme capacidad para finalizar bien, que era justo lo único que se le estaba echando en falta. Y luego, a jugar. A abrir, a mover el balón, a disfrutar, a llegar, a rematar. A marcar gol, o a estrellar la pelota en el palo, a rematar fuera por muy poco, a permitir alguna vez que Coupet se sintiese portero. A hacer un gran fútbol, en fin.

Este es el Barça en su versión 2008-2009, el definitivo: un ataque de tres, con Messi, Etoo e Iniesta, alimentados por Xavi, al que escoltan dos hombres de trabajo, de los que uno siempre debe ser Sergio Busquets, el canterano elevado por Guardiola. Atrás, Puyol contagiando espíritu, desde la posición que sea. Un Barça muy de cantera, bien mirado. Un Barça artístico, ágil y, desde anoche, resolutivo. El Atlético se lo puso fácil, porque salió alelado, pero no todos los equipos castigan una salida así con tres goles en ocho minutos. Este es un gran Barça. Y el que queda de repente en cuestión es el Atlético.