Federer se rinde a Nadal con París en el horizonte

El rey, en su tierra

Alejandro Delmás
Rafael Nadal conquistó su primer título en el Masters Series de Hamburgo, tras una final dramática ante Roger Federer, número uno de la ATP y cuatricampeón del torneo hamburgués. A una semana de Roland Garros, el triunfo vale su peso en oro.


Cuando Federer se rendía en el primer set, en su pista talismán del Rothenbaum Club, y con una carita para ponerla en un marco, sólo cabía un pensamiento: esto ya no es cuestión de estrategias o de juego, aunque también. Pero es, ante todo, una cuestión psicológica. Si quieren, una cuestión de honor.

Se puede ir a lo de siempre: que la bola pesadísima de Nadal, cargada sobre el finísimo revés de Federer, agrede y exaspera al número uno, una pincelada de pesadilla. Pero, ¿alguien podría anticipar que Federer rinda un set que ganaba 5-1 en un arranque imperial, sólo como un paso para encajar un parcial de 0-7...?

Resurrección.

Ganando esta final del Rothenbaum como lo ha hecho, Nadal suma más que un título que no tenía. Oprime con un nudo mental a Federer. "Están siendo más extraños estos últimos partidos entre nosotros", examina Rafa. Sobre todo, para Federer.

El número uno del mundo podrá explicarlo como quiera, pero poca justificación hay cuando alguien a quien muchos toman como "el mejor jugador de la historia del tenis" deja escapar un set con 5-1 arriba... y casi regala otro con ventaja de 5-2. Con el partido casi entregado y el muslo a punto de estallarle en las manos del trainer, Nadal resucitó: fue al séptimo juego, con 5-2 para Federer, quien en 5-1 ya acababa de dilapidar un servicio y un set point por relajación y molicie: pecados muy capitales ante Nadal.

Ahí hubo un momento en el que la retirada de Nadal pareció cercana, a través de los gestos preocupados de su tío Toni. Federer miraba los acontecimientos como desde otro mundo, casi ausente... mientras un barrido de la cámara mostraba un viento de inquietud en el gesto de Mirka Vavrinec, novia y agente de Roger. Algo no se le puede negar a Mirka: inteligencia.

Y Nadal salió de la silla como Frazier a la carga sobre Ali desde las cuerdas del ring del Madison. Con ferocidad metódica más derechas paralelas, Rafa hurgó en la brecha psicológica de Federer: puedes huir de mí, pero no puedes esconderte. Los saques de Roger no drenaban la herida que las dentelladas agresoras de la derecha altísima de Nadal desgarraban en la malla fina del revés del número uno. Había resucitado Nadal: limpió otro set point y ganó el set en 7-5. Parcial de 7-0 hasta el 1-0 del segundo set. Partido y terreno quedaban marcados: "Puedes huir, Roger, pero no puedes esconderte".

Por servicios y por pura clase, sin orden, Federer se escapó hasta 5-2 en el segundo. Nadal lo volvió a pillar: 5-5. El canto del cisne suizo devolvió a Roger el set en la muerte súbita, pero el número uno ya estaba agotado ante tanta pesadilla. La pesadilla le devoró sin piedad en el tercer set. Un nudo oprime el cuello del número uno: con París a la vista.

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