De Federer, Nadal y la polémica de la Copa Davis

Tomás de Cos

Han pasado demasiados días desde mi último post, por lo que va siendo hora de que volvamos a charlar de tenis. Escribo estas líneas mientras que Moyà pelea con Benneteau por no caer eliminado en Hamburgo, el último torneo de tierra antes de la esperada llegada de Roland Garros, el torneo favorito de los españoles y en el que Nadal ha forjado su leyenda.


Por el camino hemos comprobado las mejoras aportadas por Pepe Higueras al tenis sobre tierra batida de Federer: mayor paciencia, un esquema de juego más claro y la apuesta decidida por usar el revés liftado. El revés cortado al ángulo corto, made in Basilea, debe guardarlo para otras superficies y para las dejadas. Sin embargo, ante Nadal volvió a hacer agua de forma inexplicable. La mejora apreciada de Estoril a Montecarlo, donde mostró un muy buen nivel, se truncó en la final frente al rey de la tierra. Nadal, de forma brillante, fue capaz de devolverle hasta tres 'breaks' en el primer set y supo sacarle de sus casillas en el segundo, aprovechando la imperdonable ausencia del suizo tras el 4-0 a su favor en el segundo. Federer no puede permitirse semejantes lujos. Ni contra Nadal, que le tiene la moral comida, ni contra ningún otro tenista. Y es justo eso en lo que más debe empeñarse: en evitar los altibajos en la concentración y en mejorar su capacidad de sufrimiento. Más que nunca ahora, con lo igualado que está el circuito.

En Roma, la derrota tempranera de Nadal con Ferrero, unido a la victoria de Djokovic, que ya suma tres títulos en 2008, ha apretado más que nunca en los últimos años el ranking de la ATP. Tan sólo 310 puntos separan al serbio del mallorquín. Las apreturas del calendario, de las que los tenistas se quejan sin ser escuchados, provocan estas cosas. No se puede mantener intacto el estado de forma con el actual ritmo de torneos. Y aunque a veces no lo parezca, Nadal también es humano. Además, no es justo restar importancia a la victoria del irregular 'Mosquito', que estuvo a una gran altura. Especial fortuna tuvo Djokovic, que sacó petróleo de la derrota del mallorquín, el tropiezo de Federer y las lesiones de Nico Almagro y Stepanek en los cuartos de final y la semifinal, respectivamente. 'Nole' ha puesto fin a los cinco años de dominio español en la ciudad eterna, superando dos únicos encuentros incómodos (Igor Andreev y Stanislas Wawrinka). Y en ambos necesitó llegar al tercer set para ganarlos.

Además, en medio de todo ello, el despropósito organizado por Pedro Muñoz, salpicó las portadas de los diarios deportivos con la cara más oscura del tenis, alrededor de la Copa Davis, uno de los torneos y de los trofeos -la Ensaladera de Plata- más bellos del mundo. La crisis y el distanciamiento latente entre jugadores y directivos desde la llegada de Muñoz a la RFET, ha acabado explotando con estruendo ante la atónita mirada de los aficionados. No hay duda de que España es favorita sobre tierra batida. Con y sin altura, que Madrid tampoco es Lima. Y más disputándose al aire libre. Pero al mismo tiempo es comprensible la preferencia del capitán y los jugadores de minimizar los riesgos (altura, posibles lesiones, adaptación de pista dura a la tierra...) ante el temible equipo yanqui comandado por Patrick McEnroe. Roddick, Blake y los gemelos Bryan pierden muchos enteros al nivel del mar. Pero tampoco la hay de que la decisión estaba tomada con antelación por motivos económicos y de patrocinio muy razonables ('Turismo de Madrid' es el segundo patrocinador oficial de la competición por detrás de BNP). Poderoso caballero es Don Dinero. El meollo del asunto es el intento de camuflaje de tal decisión por parte de Muñoz, pero tampoco debe olvidarse que los jugadores y su airada respuesta vehiculan el sentimiento opositor al actual mandatario federativo. En cualquier caso, la senda de la sinceridad suele dar mejores resultados.

PD: Faltan 365 días para que el Mutua Madrileña Masters Series estrene formato combinado y se dispute sobre las pistas de tierra batida de la Caja Mágica.