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El espíritu del patio de colegio

Actualizado a
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Tras una comienzo esperanzador en el que el Estudiantes llegó a colocarse en los primeros puestos de la liga llegó una racha absolutamente negativa con una decena de derrotas que llevó la preocupación a sus seguidores. Se optó por el cambio de entrenador y desde entonces ha encadenado diez encuentros consecutivos ganando.

Estudiantes es un club peculiar, en el que el sentimiento es fundamental para la continuidad de un equipo de bajo presupuesto peleando históricamente entre los mejores. La teoría dice que en las canchas siempre ha mostrado un juego asociado al baloncesto universitario estadounidense, con un ritmo alto de juego y la ambición en el rebote ofensivo como seña de identidad.

Esta temporada se inició con Pedro Martínez en el banquillo, un entrenador con grandes conocimientos sobre el juego, pero con lagunas en el manejo de la psicología de sus grupos humanos, como el mismo ha reconocido. Su esquema de trabajo sorprendió a los chicos del Ramiro de Maeztu en pretemporada, con grandes cargas de trabajo –dobles sesiones de físico y entrenamiento de tiro- y por su carácter inflexible con las tácticas.

Así, decidió que Carlos Suárez –una de las perlas de la cantera- jugaría de ‘4’. Al veinteañero le disgustó la tarea de pasarse horas en el gimnasio y abandonar su querida posición de alero, pero aceptó a regañadientes. Otro joven, Caio Torres, no contaba con la confianza de Pedro Martínez pero el entrenador se vio obligado a contar con él por la filosofía del club. También hubo problemas con las estrategias del técnico como la decisión de que el base subiera el balón sin ayudas en su campo, un planteamiento que facilitó en muchas ocasiones la presión de sus rivales mientras los estudiantiles sufrían al ver los problemas de Gonzalo Martínez, Sergio Sánchez o Javi Mendibiuru para salir bienparado. De hecho, ‘Pancho’ Jasen sufrió el banquillo de manera automática cuando en una ocasión decidió acudir a un saque de fondo en ayuda de Gonzalo.

Mal ambiente en el vestuario
Con este panorama los jugadores disimulaban poco su enfrentamiento con el entrenador y la situación se volvió insostenible con la racha de derrotas. El club, en precaria situación económica, debía decidir entre la destitución del entrenador o fichar a dos jugadores. Se decidieron por Mariano de Pablos, segundo técnico hasta el momento y hombre de la casa que había progresado desde entrenar al equipo cadete.

La plantilla se liberó de presiones, regresó Iker Iturbe de su lesión y el joven entrenador encontró el compromiso y el espíritu que se había perdido. Con estos ingredientes y las victorias –que siempre ayudan- el Estudiantes ha vuelto a sentirse un equipo de élite que pelea cada partido hasta el último segundo -sea cuál sea el devenir del encuentro- y ahora tiene en el derbi del sábado una oportunidad para medir su espíritu ante un conjunto de alto nivel como el Real Madrid.