Las lógicas dudas de Nadal

Tomás de Cos

Este país acostumbra a devorar a sus ídolos deportivos a gran velocidad, sin piedad. Y a menudo antes de tiempo. Una tendencia, ya sufrida por otras brillantes raquetas españolas -Sergi Bruguera, Emilio Sánchez Vicario, la gran Arantxa, Conchita Martínez, Alex Corretja, Albert Costa, Carlos Moyà y Juan Carlos Ferrero-, que parece encontrar ya con adeptos en la figura de Rafa Nadal. Una creencia algo oportunista, tan respetable como arriesgada y que parece inspirarse en un pesimismo algo desfasado. Porque hace muchos años que España goza de buena salud y es un referente deportivo mundial en casi cualquier disciplina. Más si cabe en tenis, donde los éxitos individuales y colectivos (5 Copas Federación y 2 Copas Davis) han salpicado de éxitos las últimas décadas y en la que contamos con una brillante fábrica de jugadores.


Parece algo imprudente pronosticar que el 'spanish bull', como le bautizó la revista oficial de la ATP ('Deuce'), ha iniciado la cuesta abajo de su carrera deportiva con apenas 20 años. Sobre todo cuando la presente temporada acaba de arrancar y aún quedan lejos los torneos de tierra batida del circuito europeo en los que sigue siendo el rival a batir.

Sin embargo, no hay duda de que el mallorquín no atraviesa por su mejor momento. Afronta su temporada más complicada y lo hace con las dudas lógicas de todo proceso de cambio. Es más difícil mantenerse que llegar. Defiende muchos puntos en no pocos torneos y sus rivales conocen su juego de memoria, sus puntos fuertes y sus debilidades. Ya no se sorprenden con su capacidad de lucha y sacan más partido de su habitual entrega sobre la pista. Y para colmo se benefician de las dudas del español con su servicio, un golpe en el que ha trabajado intensamente en pretemporada con el fin de acortar la duración de los partidos.

El número dos mundial necesita ahorrar todas las energías posibles para seguir la estela del expreso Federer (le ha tocado bailar con la más fea como le ocurriera a Arantxa con Stefi). Y en esa labor anda volcado a pesar de que en la soledad del tenista -que rumia en solitario sus sensaciones y frustraciones- improvise pequeños pasos atrás sobre la marcha. Es lógico teniendo en cuenta que 'sirviendo a porcentaje' (más a colocar) no le ha ido nada mal. Nadal es consciente de que debe mandar más sobre la pista y mejorar su juego ofensivo -evitando así lesiones- manteniendo su gran contragolpe y su fortaleza mental. Talento y capacidad de trabajo le sobran. Pero aún es pronto para disfrutar de un nuevo Nadal.

Además, una nueva generación de tenistas (Murray, Youzhny, Berdych, Djokovic...) viene pisando fuerte tras él y se unen a los contrastados Roddick, Davydenko, González, Blake, Ljubicic, Nalbandian y compañía, que amenazan su todavía cómodo colchón de puntos. Pero sigue siendo el rey en tierra batida, a la que se llegará después de los Masters Series de Indian Wells y Miami y la segunda eliminatoria de Copa Davis frente a Estados Unidos, que se antoja casi como una misión imposible. El propio Federer no se fía. "Rafa responde muy bien bajo presión, tiene más de 60 triunfos consecutivos sobre arcilla y ahora llega su temporada, con la culminación en Roland Garros. Es su momento, creo que pronto va a jugar muy bien", afirmó recientemente el suizo.