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No toda la culpa es de los árbitros

En el derby, al pésimo Gónzalez Vazquez se le notó en exceso que quería demostrar a las altísimas instituciones madridstas que su presunto favoritismo hacia lo rojiblanco era sólo un rumor malintencionado. Él solito, con la más que rigurosa expulsión de Antonio López, sentenció el encuentro. De nuevo un funesto arbitraje decantó el único partido del año, en el que a priori y sea cuál sea su momento o el nuestro, siempre salimos con la máxima predisposición a perder. Los máximos dirigentes del club deberían replantearse la exquisita educación de la que hacen gala a la hora de referirse a los señores colegiados. Fernando Torres, Pablo y el propio Bianchi vinieron a decir al término del encuentro con el Real Madrid que es necesario alzar la voz y quejarse cuando la situación lo requiera. Dicho esto, la humillante derrota del sábado, alumbra otras lecturas y ninguna alentadora. Olvidando ya el derby y pensando en el futuro, el Virrey debería empezar a resolver varios problemas que se están enquistando.

Nos tenemos que acostumbrar ya a jugar sin banda derecha y el centro del campo que ha diseñado Bianchi hace aguas por todas partes. No hay un líder con criterio que reparta juego ni centrocampistas que presionen al rival. Uno no entiende para qué se ha fichado a Galletti, si el técnico sólo le utiliza para perder tiempo con su cambio en el minuto 85. Tampoco comprendo que, adoleciendo de creación en esa zona vital del campo, se condene a Ibagaza al banquillo. Si se supone que Maxi es mediapunta, porque no sabemos a qué juega, que lo ponga ahí. Lo que está claro es que ni Luccin ni mucho menos Zahínos dan la talla para pilotar el juego del equipo.