Segundas partes sí son buenas

Hace 18 años, Víctor Espárrago debutaba en España dirigiendo a un equipo de Primera, al Cádiz de Manuel Irigoyen. En esta primera aparición entre la élite consiguió la mejor clasificación amarilla en su historia. Fueron duodécimos, sitio inhabitual para un equipo demasiado acostumbrado a coquetear con el descenso. Esto le permitió dar un salto cualitativo hacia el Valencia y de ahí su paso por diferentes equipos de la máxima categoría.

Ahora ha cumplido 300 partidos como entrenador de Primera, donde lo mas importante es que siguen intactas todas las grandes cualidades que presento al desembarcar en Cádiz. Ha sido capaz de echar por tierra el dicho de que nunca segundas partes fueron buenas. Si ya había escrito con letras de oro la temporada 1987-88, en la 2004-05 consiguió ascender y como brillante campeón, algo que no se conocía por estos "lares". Está avalado por un trabajo serio y concienzudo; cuidando hasta el más mínimo detalle los aspectos tácticos, técnicos o físicos, además del terreno de juego, vestimenta o viajes. Espárrago mantiene una disciplina que permite al grupo respetarse y trabajar con alegría y totalmente concentrados. Estas y 300 razones más han permitido que el gran entrenador uruguayo siga en el fútbol con mucha categoría.