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"No sabemos si el corazón de Grosjean lo hubiera soportado"

"Si hubiera habido un muro de hormigón, las fuerzas G hubieran sido significativamente más altas", admite Alexander Wurz, presidente de la GPDA.

"No sabemos si el corazón de Grosjean lo hubiera soportado"

El accidente que Romain Grosjean sufrió en el GP de Bahréin 2020 fue uno de esos milagros que, de vez en cuando, ocurren en el Mundial de Fórmula 1 y demuestran el mayúsculo progreso que la competición ha dado a nivel de seguridad de los pilotos en las últimas decadas.

El francés perdió el control de su Haas VF-20 a la salida de la curva 3 de Sakhir tras tocarse con el Alpha Tauri de Daniil Kvyat y no pudo evitar colisionar violentamente a más de 220 kilómetros por hora contra un guardarrail. Un fortísimo percance que hizo que el monoplaza americano se partiese en dos antes de incendiarse, donde Grosjean sufrió una desaceleración de 56 fuerzas G (unidad que mide el incremento de la velocidad de un cuerpo generado por la gravedad).

Grosjean: "Estaba en paz conmigo mismo y me dije: 'Voy a morir"

Preguntado por los apartados técnicos, operacionales y médicos que la división de seguridad de la FIA está analizando desde principios de diciembre para intentar evitar esta clase de sucesos en el futuro, Alexander Wurz señala en 'Motorsport-Total' que el piloto de Ginebra tuvo mucha suerte de golpear contra una barrera de metal, ya que en caso de que la protección hubiera sido de hormigón, las fuerzas G hubieran aumentado considerablemente y quizá, Romain no hubiera podido sobrevivir.

"A primera vista, que la barrera de protección se partiese en dos pudo parecer catastrófico, pero la forma en que absorbió la energía probablemente también fue un factor importante que pudo favorecer que Romain Grosjean no perdiese el conocimiento y sólo sufriera pequeñas lesiones en sus manos. Si hubiera habido en ese punto del trazado un muro de hormigón, las fuerzas G hubieran sido tan altas que no sabemos si su corazón y el resto de sus órganos podrían haberlo soportarlo", precisa el presidente de la asociación de pilotos de la Fórmula 1 (GPDA).

"El momento menos agradable fue cuando mi cuerpo empezó a relajarse, estaba en paz conmigo mismo y me dije: voy a morir. ¿Será doloroso? ¿Por dónde va a empezar? Quizás fueran milisegundos, pero empecé a pensar en mis hijos, en que no podían perder a su padre", rememoró Romain Grosjean días después de recibir el alta médica en la ciudad de Manama. Por el buen trabajo realizado en el pasado, ahora el francés puede decir que el 29 de noviembre vivió una pesadilla con final feliz. Él y todos.