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FÓRMULA 1

Cae la joya de la corona en la F1

Mónaco formaba parte del calendario de F1 ininterrumpidamente desde 1955 y es la prueba favorita de los pilotos. No volverá hasta 2021.

Ayrton Senna, en Mónaco.
McLaren

El GP de Mónaco tiene más historia que la propia Fórmula 1: se celebra desde 1929, cuando el Mundial no comenzó hasta los años cincuenta, y se disputa ininterrumpidamente desde 1955. En 2017 festejaron las 75 ediciones y en 2019, el curso pasado, su 90º aniversario. Pero la carrera más auténtica del Gran Circo no se celebrará en 2020, anunció este jueves su promotor, dejando huérfano al campeonato. Cae la joya de la corona por culpa del virus, pues sus sofisticadas infraestructuras no podían ponerse en marcha bajo este contexto de incertidumbre internacional: había que empezar ya las obras para acondicionar el trazado y construir las gradas y no admitían un aplazamiento porque el intenso verano en la Costa Azul lo desaconsejaba. Los aficionados del automovilismo lo lamentan.

Es cierto que la cita de Montecarlo ha perdido espectacularidad televisiva en las últimas décadas porque ni el más optimista espera adelantamientos con esta generación de vehículos, de cinco metros de largo y casi dos de ancho, en una pista sitiada por 21 kilómetros de guardarraíles. Pero su esencia es la de la Fórmula 1: mientras algunos trazados contienen curvas célebres, todos los giros de Montecarlo son imprescindibles para entender la competición: Santa Devota, Massenet, Loewe, Tabac, el túnel, Chicane, Piscina o Rascasse. Ni la mejor retransmisión traslada las sensaciones a pie de vial, cuando estas máquinas acarician muros a 280 kilómetros por hora. Las cámaras son más lentas que los monoplazas y es, por amplia mayoría, el fin de semana favorito de los pilotos. "Podíamos celebrar esta carrera todos los fines de semana. Me encanta ver los vídeos 'on board' de Senna en Mónaco, verle salir del túnel y pensar que es lo que hago yo cada año. Esta pista es siempre el mayor desafío de la temporada, el circuito te mantiene los pies en el suelo", opina Lewis Hamilton, seis veces campeón.

Fuera de la pista, el murmullo es constante. En cualquier momento puede doblar la esquina una estrella de Hollywood, el Balón de Oro, las supermodelos más famosas o Flavio Briatore. En la bahía, veleros de geometrías inexplicables y yates repletos de gente. Un paseo rodeando el circuito, entre hoteles, joyerías y deportivos de lujo, te recuerda que estás en el enclave más exclusivo de todos los que reciben la F1. Pero eso no impide que miles de aficionados normales, de los que tienen que pagar sus entradas, terminen poblando las colinas y las gradas. En resumen, un ambiente al que sólo pueden acercarse, apenas, los eventos de Singapur y Abu Dhabi.

Eso al margen del asfalto. Dentro se hace historia cada año, porque los triunfos en el Principado se cuentan por separado. Suman dos Alonso y Vettel, además de Lauda, Coulthard, Scheckter, Fangio... Llegaron a tres Hamilton, Moss, Stewart o Nico Rosberg, un verdadero especialista de este circuito. Los cuatro del profesor Prost. Los cinco de Michael Schumacher y Graham Hill, el único piloto que además ha ganado en Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis, la Triple Corona. Y arriba, con seis triunfos, está Ayrton Senna. Que debían ser siete. En 1988, con el McLaren MP4/4, aventajó a toda la parrilla con 1.4 segundos en la clasificación. El domingo lideraba solo rondando el minuto de ventaja cuando se estrelló, también solo, en la vuelta 67. Ganó su compañero, Prost, y él se bajó del coche y subió a casa para terminar de ver la carrera, enfadado, desde el balcón de su apartamento. Historias que sólo ocurren en Mónaco, la casa de la Fórmula 1. Habrá que esperar a 2021 para asistir al siguiente capítulo.