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RALLY DE MONTECARLO |

Al borde del precipicio en el asiento del miedo con Sordo

El enviado especial de As ejerció de copiloto del español en un tramo mojado horas antes del arranque del Campeonato del Mundo.

Montecarlo
El periodista de As con Sordo.
El periodista de As con Sordo.

Mi primera vez. Aunque parezca mentira, tras casi década y media siguiendo a Dani Sordo por estos mundos de Dios, hasta hoy nunca había padecido en el asiento del miedo junto al piloto cántabro. Lo había hecho con Carlos Sainz, Sebastien Loeb, Juha Kankkunen o Marcus Gronholm, entre otros muchos, pero nunca con el actual abanderado español en los rallys.
Y este estreno se ha producido horas antes de que arrancara la temporada 2018. El promotor del Campeonato del Mundo cerró un tramo de asfalto cercano al club de golf de Montecarlo, donde una amalgama de personajes, futbolistas, actores, pilotos de motos o antiguos pilotos como Kankkunen y Tommi Makinen hemos compartido escenario con los cuatro coches protagonistas de la contienda.

“Está para pocas bromas”, me animaba Dani mientras nos ajustábamos los arneses. “Pero no te preocupes, que no voy a forzar”, decía para animar a su pasajero en el asiento del miedo. Antes había llevado a Miguel Oliveira, piloto portugués de Moto2, que se bajó alucinado. Para terminar de alimentar la tensión, llovía insistentemente sobre el asfalto.

Y, tras llegar Kris Meeke con el Citroën, arrancamos. Sordo introdujo la primera velocidad, el Hyundai i20 WRC se pegó como una lapa al suelo, y salió disparado como una bala. La especial no ayudaba al acongojado pasajero. Una carretera muy estrecha bordeada por un precipicio y multitud de horquillas...muy parecido y cercano al escenario en el que perdió la vida Grace Kelly. ¡Para qué me vendría a la cabeza ese recuerdo!

Pero Sordo hacía todo con naturalidad, a pesar de que en algunos momentos íbamos en sexta velocidad a unos 160 kilómetros por hora. De hecho, estaba pensando en otra cosa: “Ya verás el primer tramo de hoy. Va a ser la leche, sobre todo la bajada a Sisteron. Hay de todo, asfalto seco, mojado, hielo y nieve”, me contaba mientras giraba el volante con dulzura a pesar de lo complicado de la carretera. Freno de mano para afrontar las horquillas, contravolante a cada derrape, y los eternos seis kilómetros tocaron a su fin. “Tienes que venirte a un test en tierra. Ahí lo vas a pasar mejor”, se despedía Dani justo a tiempo de partir hacia la salida del Rally de Montecarlo.