Competir a 4.600 metros: el rival es el mal de altura
El punto más alto de la especial, entre Jujuy (Argentina) y Uyuni (Bolivia), es el récord en la historia del Dakar. Así lo ha preparado el equipo Himoinsa.
Pilotando en las nubes. O casi. Porque en la quinta etapa, la que nos llevará de Jujuy (Argentina) a Uyuni (Bolivia), el Dakar regala una especial que llegará a disputarse a 4.600 metros de altura. Su récord histórico. ¿Tendrán problemas de oxígeno los pilotos? ¿Responderán las máquinas? Es un redoble de tambor (andino) ante el que los equipos se han preparado a conciencia. Por ejemplo, el Himoinsa, que dirige Miguel Puertas y alinea a Rosa Romero, Gerard Farrés, Iván Cervantes, Daniel Oliveras y Antonio Gimeno.
La etapa del bucle en Jujuy, ya contaba con 3.500 metros de promedio de altura, pero será en las tres que se disputen en Bolivia (Jujuy-Uyuni, Uyuni-Uyuni y Uyuni-Salta) las que preocupan sobremanera. Durante las tres semanas previas, los pilotos del Himoinsa se entrenaron en centros de alto rendimiento para aclimatar su cuerpo. El mal de altura es el gran rival a batir. Los especialistas Martí Noguera y Francisco Espinar les asesoraron en ese entrenamiento específico.
El programa constaba de dos protocolos. En el primero, el piloto permanecía en una cámara hipobárica, algo a lo que también recurrieron Loeb, Al-Attiyah o Hirvonen en la noche previa a la etapa de ayer. Se ajusta la composición y la presión del aire en su interior, simulando la altura necesaria. Se ejercitaban en bicicleta o en cinta y se supervisó la presión parcial de oxígeno en sus tejidos. Se puede reducir el oxígeno hasta el 80%. Para entendernos: hay que forzar, hacer sufrir al piloto para que se habitúe a competir con sensación de falta de aire y elevadas pulsaciones.
El segundo protocolo está enfocado en la adaptación a la altura, de modo que su cuerpo genere más glóbulos rojos y soporte mejor la exigencia. En este paso se trabaja en “hipoxia intermitente” con una mascarilla y con el piloto en reposo. Para acercarse a lo que vivirán se varía continuamente la cantidad de oxígeno para simular así cambios de altura del cuerpo.
Al margen del físico, la mecánica es la otra preocupación. Las motos pierden potencia, es normal, aunque la inyección y la centralita de la KTM ayudan con el autoajuste a la altura. Además, el camión de asistencia se las ingenia para solventar el ascenso a esas especiales. Por ejemplo, bajando uno o dos kilos la presión de los neumáticos para evitar reventones. Hay que llegar arriba, sea como sea. Aunque luego toca bajar.