Fórmula 1 | GP de Francia

Un ingeniero atómico que calcula como nadie

Tiene aspecto de sabio despistado... pero lo es sólo a medias. Sabio sí, porque es responsable de los éxitos en boxes de Ferrari; despistado no, porque nada escapa a su control. Muchas de las victorias de Schumacher son medio suyas.

A Fernando Alonso ayer no le ganó Michael Schumacher. Le ganó Ross Brawn. Un inglés que no pilota ningún monoplaza, pero que es responsables de muchos de los triunfos de su equipo, Ferrari. Es el directo técnico de la escudería italiana y el encargado de planificar, decidir y, si corresponde, modificar la estrategia de parada en boxes de sus pilotos.

Me puedo pasar noches enteras pensando cómo mejorar nuestros coches. Y es que me encanta mi trabajo, es fascinante disfrutar cuando todo funciona a la perfección en los boxes. Es la filosofía de este ingeniero atómico que se ha convertido en una de las estrellas más fulgurantes de la trastienda automovilística.

Y es que este británico de Manchester (23 de noviembre de 1954) comenzó su actividad profesional como investigador en un laboratorio de energía nuclear. No fue hasta 1978 cuando su brillante currículum le llevó a la escudería Williams, donde se hizo cargo del departamento de investigación y desarrollo (I+D).

A continuación llegaron sus responsabilidades como jefe de aerodinámica en Lotus, Arrows y Benetton, aunque no sin antes diseñar un Jaguar que llegó a ser campeón mundial de Sport-Prototipos. Su talante y su eficacia no pasaron desapercibidos para Jean Todt, que le reclamó para afrontar el desafío de volver a hacer de Ferrari un equipo ganador en la Fórmula 1.

Llegó a Maranello en 1996 y desde entonces se ha convertido en uno de los bastiones de la resurrección de la Scudería. Los ordenadores no tienen secretos para él y son el complemento ideal para una mente fría y calculadora, capaz de analizar cada supuesto de las competiciones, planificar su desarrollo y, sobre todo, modificarlo en caso de necesidad.

Y todo, con ese aspecto de genio despistado que tan a menudo identifica a individuos con una inteligencia fuera de lo común. Por lo demás, se considera un tipo tranquilo, al que le gusta disfrutar de la compañía de sus amigos, pescar, escuchar buena música y cuidar con esmero del jardín de su casa. Pero sobre todo, estar siempre que puede con su familia, su mujer y sus dos hijos, algo que no es muy habitual para un hombre que vive a medio camino entre Italia e Inglaterra.