Streets of Rage 4, Mr. X Nightmare: un Beat'em Up infinito

   Streets of Rage 4 lleva ya unos meses entre nosotros, así que quienes lo esperábamos como agua de mayo lo podemos ya juzgar con un poco más de distancia. Eran muchos ojos los que tenía detrás, ya que mucho fanático lleva años suplicando por la vuelta del beat’em up más clásico: jugadores de toda la vida a los que, por decirlo de algún modo, todo lo que vino tras Castle Crashers se les quedó algo corto. Por suerte, las cosas salieron bien esta vez: el título desarrollado por Guard Crash y propiciado por DotEmu ha gozado de un aplauso casi unánime, dejando claro que por ahora reina en solitario en la cúspide de un cierto repunte del «yo contra el barrio» al estilo de Double Dragon, incluso aunque sea esta una tendencia con propuestas del interés de Fight’n Rage, River City Girls o The Takeover. Vuelve a haber cierta continuidad en el género, pero lo cierto es que todos ellos son juegos mucho menos redondos que la última aventura de Axel Stone y Blaze Fielding. Nos olvidamos, claro, del último fiasco, ese Space Jam 2 en el que las cosas podrían haber salido mucho mejor.

Una Champion Edition de las de antes

   Streets of Rage 4 venía muy bien servido de serie haciendo gala de una rejugabilidad fuera de lo común, una característica que seguramente le está viniendo muy bien para ir vendiendo a largo plazo. De todas maneras –ya que no hay nada que dure para siempre– DotEmu se ha apuntado a la tendencia de los DLC post lanzamiento con Mr. X Nightmare, el primer contenido descargable para uno de estos juegos neoclásicos en los que va siendo referente ya que cada vez hace mejor las cosas. Lo que tenemos delante es una expansión muy bien pensada que constituye por sí misma un relanzamiento, ya que toca exactamente los palos que el juego necesitaba para convertirse en uno de los mejores beat’em up clásicos de la historia y –ahora sí–desafiar a sus abuelitos de los salones. Además, lo hace con la elegancia de quienes saben cambiarlo todo en el fondo sin que apenas se note nada en la superficie. De hecho, lo más llamativo tras instalar la actualización son esos tres personajes nuevos con los que podemos entrar en el modo historia, pero las verdaderas novedades llegan más lejos, y las descubriremos cuando miremos el resultado desde unos niveles de exigencia más elevados. Tanto es así que la expansión nos brinda un juego nuevo desde el instante en que interviene un concepto actual que le viene como anillo al dedo a este género: la aleatoriedad. La pedía a gritos y ya está aquí, como bien sabrá cualquiera que ya haya terminado el modo historia más de veinte o treinta veces.

Un modo de pánico, infinito

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   La estrella absoluta de esta Mr. X Nightmare es un modo supervivencia que nos lleva a través de batallas generadas aleatoriamente en las que puede pasar absolutamente de todo, como si de repente estuviésemos en un Dead Cells o un Hades. Lo mismo nos encontramos peleando en un escenario en el que una bola enorme tira a la gente al abismo que nos enfrentamos con versiones lite de los jefes finales, armados para la ocasión con efectos que no habíamos previsto. Hay un claro afán por recrearse en lo disparatado –hasta el extremo que nos veremos repartiendo tortas con un pez espada como arma– pero el hecho es que entre la apuesta roguelite –con sus recompensas aleatorias tras cada nivel, claro está– y la incorporación de los efectos de electricidad y veneno a nuestros golpes hacen que el juego parezca otro. Uno mucho mas disparatado que, eso sí, se aplica sin complejos la máxima del «más y mejor» sabiendo claramente a lo que juega. La otra guinda la encontraremos con los movimientos desbloqueables que cada personaje puede adquirir según avanza en el nuevo modo infinito. Cualquiera que haya jugado mínimamente con este género sabe la revolución que algo así supone para un beat’em up. Justo es reconocer que no todos estos nuevos gestos suponen un gran cambio, pero las combinaciones entre ellos traen consigo variantes más que importantes en la manera de jugar con algunos personajes. Con todas estas novedades, esta expansión supone un cambio similar al que la Champion Edition de 1992 supuso para el viejo Street Fighter 2. Entonces vimos cómo los mitológicos jefes finales pasaban a personajes controlables para convertirse en superestrellas del juego, y lo cierto es que todos han dado el salto igual de bien en este Streets of Rage 4.

Max, Estel… y Shiva

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   Estos tres jefes con los que ahora podemos jugar son personajes ideales para sacar partido a ese roguelite que todo lo cambia y darle –por qué no– unas cuantas vueltas más al modo historia. En su conjunto, son una muy buena noticia por las sensaciones tan diferentes que transmiten, aunque el core del juego siga siendo el mismo. Estel es un personaje muy variado con golpes que se adaptan muy bien a cualquier situación, aunque su patada cargada nos ha parecido demasiado desequilibrante –por más que permita enlazar combos demenciales muy divertidos–. Max es el típico personaje fuerte, dotado de agarres como para terminar con cualquiera en un suspiro y un par de ataques poderosísimos que pueden alcanzar a los enemigos a distancia. Pero la mención de honor la merece un viejo conocido al que ya podíamos controlar -cheat mediante- en Streets of Rage 3: Shiva.

El tercero de nuestra lista es un personaje que se llevará de calle las miradas de cualquier asiduo de los salones arcade de los noventa. Sensacionalmente animado, sus combos tienen un nivel de profundidad exquisito en cuanto comenzamos a dominar todas sus posibilidades, desarrollando una danza de artes marciales que va a encantar a cualquiera que haya jugado alguna vez con los clásicos Final Fight, Alien Vs. Predator y los demás. A nosotros nos ha parecido el personaje más indicado para aprovechar esta expansión, aunque para eso hay que entrenar, y por suerte también hay novedades en este frente.

Al Dojo

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   Ya que la variedad de estilos de juego empieza a ser algo importante, la última gran novedad de esta expansión es un modo de entrenamiento que nos permitirá simular algunas de esas situaciones locas que podemos vivir en el modo survival, pero también nos enseña las tácticas avanzadas de cada personaje en unos tutoriales parecidos a los que hoy se ven en cualquier juego de lucha. Sin duda es algo muy interesante para los que comiencen ahora con el juego, ya que esta expansión supone una subida de nivel que quien más quien menos terminará celebrando con un asalto a los niveles de dificultad más elevados o –si nos atrevemos– al nuevo modo Mania+: los de dificultad son unos settings que ya estaban muy bien pensados en el juego original, pero ahora que vemos lo que se traían entre manos nos queda todo mucho más claro. Guard Crush ha demostrado que juega en una liga propia a la hora de sentir el beat’em up. Streets of Rage 4, por su parte, despeja todas las dudas y ya es uno de los juegos del momento para los que gustamos de las experiencias más retro, algo mucho más que meritorio estos meses. Y es que, poco a poco, los géneros clásicos atraviesan otro de esos momentos con lanzamientos de mucho nivel que se agolpan en nuestras bibliotecas. Streets of Rage 4, tras esta expansión, es una de las realidades más atractivas de esta tendencia y, quien lo iba a decir, un clásico instantáneo de un género que se resiste a ser archivado.