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Nioh

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Nioh, Guía completa - Región de Kyushu

¿Preparado para morir una y otra vez? ¡Afronta el desafío de Nioh con ayuda de nuestra guía!

GUÍA NIOH: REGIÓN DE KYUSHU

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Tras el prólogo, Antes de comenzar el juego, se nos pedirá que elijamos las dos armas que vamos a usar principalmente durante el juego así como el espíritu guardián.

Esto nos va a servir sobre todo para marcar estadísticas y orientarnos, pero para nada es algo definitivo.


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Tras eso, podemos hacer un tutorial que nos enseñará de nuevo mecánicas básicas en el dojo. Tras completar el prólogo seguramente pensaremos que no lo necesitamos, pero es interesante hacerlo aunque solo sea porque nos enseñan la mecánica del Pulso de Ki, absolutamente imprescindible en el juego.

Misión 1: La isla de los demonios

La buena noticia es, que para todo aquel que jugara la demo, se va a encontrar con que la primera misión de la versión final del juego es prácticamente (si no totalmente) idéntica.


Comenzamos en una playa, donde se encuentran un par de puestos de enemigos. Probablemente en esta playa encontraremos nuestra primera tumba sangrienta, muy características por su color rojo. Las veremos habitualmente durante el juego y al activarlas nos permiten luchar contra versiones de IA de jugadores muertos en ese lugar. Al derrotarlos, podemos conseguir nuevo equipo.


Algo más adelante seguimos por un camino estrecho que guarda un soldado con lanza, y por el que subimos.


Nuestro primer objetivo en este nivel debería ser facilitarnos la vida abriendo un atajo que hay por la izquierda del nivel y que nos lleva al primer santuario.


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Para ello tenemos que seguir el camino del centro, el que está entre un cultivo y cabañas de soldados. Subimos por un tramo entre rocas y avanzamos a una zona más abierta de bosque. Esta zona está repleta de enemigos así que hay que andar con ojo y verlos antes de que nos vean a nosotros, la mayoría se pueden aislar para enfrentamientos uno a uno.


Avanzamos por el primer camino que veamos a la izquierda, que está tras subir un pequeño montículo. Continuamos hasta bajar por una escalera a un saliente. En ese saliente hay otra escalera a la que podemos dar una patada y así abrir el atajo al santuario, que se encuentra avanzando bordeando esa pequeña zona.


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Volvemos y seguimos avanzando por el camino de la izquierda, donde nos encontraremos a nuestros primeros enemigos no muertos. Contra estos enemigos es útil la postura baja mientras se arrastran por el suelo.

Seguimos avanzando hasta llegar a la zona abierta y cruzarla por la izquierda. Llegamos a una cabaña en la que se encuentra un arquero que nos dispara, acabamos con él y continuamos por un camino estrecho tras el cual se encuentra un santuario.


Pasados este santuario subimos por un camino hasta que hay que continuar por la derecha, con cuidado porque tras ese camino se encuentra un soldado con lanza que nos atacará rápidamente. Tras acabar con él, tenemos que bajar saltando. Si calculamos bien, podemos caer atacando a otro guardia que está haciendo su ruta.


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Avanzamos hasta encontrar el hueco y traspasar una valla, estamos dentro de un campamento enemigo. Tratamos de ir acabando con ellos de uno en uno y cuando la zona esté limpia, pasamos a entrar a una caseta en medio del campamento, donde se encuentra el primer yokai al que nos enfrentaremos.


El yokai de la cabaña con cuernos pertenece a un tipo que veremos habitualmente en el juego y del que nos acostumbraremos, pero estos primeros enfrentamientos con ellos pueden resultar muy desafiantes. Ante todo hay que contar con espacio para esquivar sus ataques, si es posible buscándole siempre las espaldas y atacando desde ahí. Es ideal no arriesgarse a recibir ningún golpe porque en estos primeros combates va a acabar con nosotros de un solo combo. Tampoco bloquearle demasiado porque acabará con nuestra barra de Ki rápidamente y nos dejará vulnerables.


Una vez derrotado, cogemos la llave de la residencia del cofre que estaba guardando el yokai en la cabaña que abre una puerta dentro del campamento que nos lleva a la siguiente zona.


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La Residencia

En esta zona del nivel la dificultad sube notablemente. Está llena de enemigos, yokais y soldados, que pueblan estrechos pasillos entre cabañas, sus interiores y sus tejados. Tratar de derrotar a cada enemigo para seguir avanzando puede resultar una tarea frustrante, por lo que es buena idea verlo como una zona de tránsito entre el santuario y el jefe, entre los que podemos abrir un atajo.


Nuestro principal interés en esta zona debe ser por tanto avanzar de forma rápida y segura hasta salir del campamento, llegar hasta la playa y coger el camino de la derecha para abrir el atajo al santuario. Una vez hecho eso. Es una buena zona para farmear, si vemos que necesitamos subir un par de niveles antes de enfrentarnos al jefe: Onryoki.


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Desde donde está el santuario seguimos al frente y entramos en un espacio entre cabañas. En esa zona hay dos no muertos, uno a la izquierda y otro que aparece poco después, antes de alcanzar la característica neblina del yokai.

Volverá a aparecer otro yokai rojo con cuernos, y no será el único, hasta cuatro hay en esta zona.


Pasamos la zona donde se encuentra el yokai y giramos a la izquierda, tenemos que subir unas escaleras de pared que protege un samurai. Avanzamos por los tejados con cuidado por las partes que se caen al pisarlas. Cuando no podamos continuar por encima de las cabañas veremos abajo, un poco más adelante, otra neblina de yokai. Este podemos evitarlo fácilmente saltando al suelo y girando a la derecha de vez de continuar al frente. Avanzamos bordeando el campamento y evitando el fuego hasta llegar a otra escalera que sube hasta una torre vigía, avanzamos y bajamos a un tejado.


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Seguimos los puentes hasta llegar a un tejado con dos samurais y algo más adelante otro yokai. Podemos pasar de largo y bajar del tejado cuando veamos la salida del campamento, y recorrer la playa hacia el camino de la derecha que lleva a la puerta que abre al atajo.

Una vez abierto, podemos luchar contra soldados o contra tumbas sangrientas si creemos que nos hace falta subir de nivel para enfrentarnos al jefe, que se encuentra en el barco frente a la playa.


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Derrotar a Onryoki

Onryoki es el primer jefe del juego que nos va a poner en problemas. La mayor dificultad que nos vamos a encontrar con él es que el espacio del combate es realmente pequeño, y es un jefe letal a cortas distancias.


Por lo demás, al igual que Derek, es un jefe lento y previsible, tiene dos o tres movimientos que repite durante todo el combate y nos ataca sobre todo cuerpo a cuerpo.


En la primera fase nos atacará con las bolas encadenadas a las manos. Ataca al frente por lo que podemos esquivarle buscando siempre las espaldas y hace también un ataque de área cuerpo a cuerpo que no nos quita tanto como otros y que se puede bloquear sin perder demasiado Ki.


En la segunda fase, diría que más sencilla que la primera, cambia sus ataques cuerpo a cuerpo con las bolas por ataques a distancia, lanzándonoslas. Es sencillo de esquivar pero, de nuevo, tenemos que contar con espacio para ello. En ningún momento hemos de dejar que nos arrincone. En esta segunda fase Onryoki es letal cuerpo a cuerpo, por lo que mantener las distancias es aún más importantes. Hace un combo de tres ataques con el que avanza rápidamente hacia nosotros y luego se tira en plancha (tras lo que podremos aprovechar y atacarle) y también hemos de tener cuidado de que no nos agarre, pues seguramente eso nos matará de un solo golpe también.


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La regla de oro con este jefe es no parar de movernos para no dejar que nos arrincone. Acercarnos cuando termine su combo, dar dos o tres golpes y alejarnos. Si tenemos combos que quitan Ki (como la patada) es buena idea usarlos porque podemos gastarle el Ki y atacarle con más facilidad y durante más tiempo.

Misión 2: Entre las sombras

Esta segunda misión del juego se caracteriza por sus estrechos y largos pasillos y sus numerosas trampas. Es un nivel que hay que recorrer con cuidado, vigilando lo que hay tras cada esquina y nuestros pasos, para no caernos al vacío.


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Comenzamos bajando por el camino frente al santuario, llegamos a una cueva donde nos espera un enemigo y tras derrotarlo, seguimos por la salida donde se ve la luz del sol.

Llegamos a un acantilado estrecho por el que tenemos que seguir. A la izquierda aparecerá un enemigo de un hueco de la pared, y más adelante a la izquierda hay una entrada a una cueva bastante grande. Entramos.


En esta cueva hay varios enemigos. Como siempre, podemos tratar de acabar acabar con uno disparando antes de atraer a otros. Podemos también aprovechar el entorno y llevarlos al acantilado donde podemos tirarlos con un combo de patada.

Dentro de esa cueva encontraremos tres caminos posibles, pero el que nos permite seguir avanzando es el hueco en la cueva que va a hacia abajo. En el largo camino hacia abajo hay aberturas en el lado derecho donde hay enemigos y equipo, que nos podemos parar a conseguir.


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Seguimos bajando hasta llegar a otro acantilado. A nuestra izquierda habrá un enemigo con lanza y otro con hacha juntos, y a la derecha nos dispararán con un arco.

A la derecha, justo después de salir de la cueva, veremos un mecanismo que podremos girar.

Seguimos avanzando por el acantilado hasta encontrar dos caminos, uno que sube y otro que baja. Bajamos para llegar a unas aguas termales y descansamos en ellas. Continuamos por el camino de arriba hasta llegar al filo del acantilado y entrar en un hueco a la izquierda que nos llevará al segundo santuario.

La cueva de los Yokai

Similar a la estructura del primer nivel, esta cueva es el comienzo de una zona bastante más complicada que la primera. Esta zona es bastante amplia y tiene varios caminos que podemos explorar, pero vamos a seguir el camino directo hacia el jefe.


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Seguimos el túnel iluminado acabando con los no muertos. Cuando podamos giramos a la derecha y bajamos a una zona con hongos fosforescentes, donde se encuentra un yokai con cuernos.


Bajamos por un camino que más adelante se separa en dos, y cogemos el de la izquierda. Seguimos hasta el acantilado y giramos a la derecha, con cuidado de no caernos. Nos encontraremos de frente con un yokai con lanza, que puede causarnos problemas especialmente por lo estrecho que es el camino. Pasado el enemigo de la lanza entramos a un túnel a la derecha, con cuidado porque saldrán murciélagos que nos pueden tirar por el acantilado. Para evitarlos puedes entrar con un doble esquive a la cueva.


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Descendemos por el túnel y llegamos a una gran cueva inundada. Nos encontraremos con otro yokai con cuernos. El camino hacia el jefe se encuentra en línea recta, donde se encuentra una gran neblina que descubre el yokai más grande que vamos a ver hasta ese punto del juego. Es sencillo de pasar de largo si no nos queremos enfrentar con él, y está cubriendo el camino que sube a la cueva del jefe.

Derrotar a Hino-enma

La mala noticia es que este jefe es complicado y nos puede matar muchas, muchas veces. La buena noticia es que lo único que se necesita para vencerlo es paciencia, sangre fría y conocer sus movimientos al dedillo.


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La primera regla frente a Hino-enma es mantener las distancias (mucha, aprovecha que la cueva es grande) hasta conocer su set de movimientos entero.

Es un jefe que tiene dos ataques de rango que nos pueden hacer mucho daño: el primero es una embestida desde lejos que se lee fácilmente porque se eleva antes de hacerla, el segundo es una onda violeta que lanza, también fácil de detectar por el movimiento de los brazos y su grito pero que no se puede bloquear o nos dejará inmovilizados, hay que esquivarla.

Tiene otro ataque de rango que pertenece a la segunda fase en el que, volando, nos lanza cuchillos. No es tan letal como los otros dos.


Con respecto a los ataques cuerpo a cuerpo, el más sencillo es un combo con paraguas fácil de esquivar y no muy dañino. Hace también un combo de patadas que acabará con nuestra Ki fácilmente, un agarre que nos mata de un golpe y el último y más característico, un movimiento giratorio. Este movimiento se puede esquivar o bloquear, y tras él hará un pequeño descanso en el que podemos aprovechar para atacarle.


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Una vez sabemos sus movimientos ¿cómo la derrotamos? Hay que ser pacientes. Enfrentarnos a ella en postura baja o media (el Ki es clave en este combate) y mantenernos siempre a una distancia prudencial para esquivar (nunca bloquear) sus ataques a distancia. Cuando vaya a hacer sus combos cuerpo a cuerpo nos acercamos, esperemos que ataque, le atacamos y nos alejamos. Los momentos ideales para atacarle son tras su combo de paraguas, el de patadas, el giratorio o la embestida. Nuestros ataques tienen que ser rápidos, entrar y salir, pues si nos quedamos mucho tiempo junto a ella puede acabar fácilmente con nosotros con el agarre o inmovilizarnos con la onda y luego rematarnos.


No trates de hacer combos de Ki con este jefe, pues no va a servir de nada, céntrate en ataques rápidos de daño.

Un objeto que viene bien en este combate es el agua sagrada, que aumenta la recuperación de Ki. Con respecto a habilidades, a estas altura viene muy bien tener ya la habilidad de hacer un pulso de Ki esquivando.

Misión 3: Los duermevelas de la piedra espiritual

Esta tercera misión se estructura en dos partes claramente diferenciadas. La primera se desarrolla en un templo lluvioso; la segunda en el interior de unas catacumbas. Es un nivel además con dos jefes, pero con suerte, ambos son más asequibles que Hino-enma.


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La primera zona del templo tiene una sencilla estructura circular. Comenzamos al lado de un santuario y avanzamos siguiendo el camino de tierra. Es una zona llena de enemigos humanos y no muertos sencillos cuyos patrones ya debemos saber de memoria. Cruzamos dos puentes de madera y llegamos a un tercero que cruza un pequeño lago y divide el nivel en dos, pero al estar roto no podemos seguir avanzando. Si por error caemos al agua hemos de emprender el camino de vuelta bordeándolo hasta que veamos un tronco por el que podemos volver a subir al camino.


Continuamos el camino de tierra, con cuidado porque en este nivel se introducen a los ninjas como enemigos, que aparecerán de improviso y pueden atacarnos rápidamente aprovechando el factor sorpresa.

Una vez crucemos el lago bordeando el camino de tierra, avanzamos por la izquierda cerca del lago hasta dar con un tronco que se puede tirar al agua para crear un atajo por si nos caemos al lago.


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En este lado del camino, el que da directamente al templo, se encuentran enemigos más fuertes: yokais rojos con cuernos y los cíclopes gigantones. Como ya se ha mencionado anteriormente, ambos tipos son fuertes pero relativamente lentos, por lo que aprovechamos que somos más rápidos para esquivar y atacarles hasta acabar con ellos.

Importante también tener cuidado con los cíclopes pequeñitos, hacen poco daño pero son molestos y si no acabamos rápido con ellos se transforman en el grande.


El camino lleva a la entrada del templo, custodiada por dos yokais. Dentro se encuentra el primer jefe. Para no tener que hacer todo el recorrido de cruzar el lago cada vez que muramos contra el jefe, podemos pasar de largo la entrada del templo y seguir hasta el fondo y a la izquierda. Al final del todo se encuentra una puerta que si la abrimos queda justo al lado del santuario del comienzo. Como añadido, al lado de la puerta se encuentra un yokai rojo que está protegiendo un amuleto de rayo, que nos subirá nuestra defensa al rayo y sirve bien para el primer jefe.


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Derrotar a Nue

Para empezar, es buena idea entrar en el combate con equipo que nos proteja frente a ataques elementales tipo rayo, pues es con lo que más daño nos puede hacer Nue. Por otra parte, tener mucho Ki es ideal para poder correr alrededor de él esquivando sus ataques de rango, acercarnos rápidamente y atacarle sin cansarnos en el intento.


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Es un jefe efectivo de lejos, especialmente lanzándonos rayos que caen desde el cielo. Tiene dos movimientos específicos para eso. Uno en el que se levanta y caen cerca de nuestra posición dos rafagazos y otro en el que se agacha y lanza cuatro ataques consecutivos.

El resto son ataques de frente: empieza a rodar, lanza un rayo de corto alcance por la boca, y ataca cuerpo a cuerpo dando zarpazos.

Para evitarnos problemas, lo mejor es no ponernos frente a él si vemos que está en posición de atacar. Para acabar antes con él, podemos atacar a su pecho siempre que lo veamos descubierto, y así acabamos con su Ki rápidamente.

Las catacumbas

El recorrido de esta zona parece más complicado a primera vista de lo que es. Si bien es cierto que hay pequeñas desviaciones en el camino, la estructura básica del nivel es de nuevo circular, al igual que la de la primera zona de la misión.

Comenzamos en una sala al lado de un santuario y con una puerta al final que para abrir, primero tenemos que activar un mecanismo.


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Para llegar hasta él entramos en el camino de la izquierda y avanzamos por los estrechos pasillos hasta llegar a una gran sala con armaduras de piedra. Algunas nos atacarán y otras son solo partes del escenario. Llegamos al final de la sala y subimos una escalera de piedra.

Continuamos el camino hasta llegar a la sala inicial, pero un piso por encima, justo donde se encuentra el mecanismo que activamos para abrir la puerta.


Seguimos todo recto hasta llegar de nuevo a la gran sala y continuamos hasta el fondo donde podemos abrir otra puerta.

Llegamos a otra sala con un santuario y un personaje aliado que nos acompañará y luchará con nosotros un breve tiempo. Continuamos con ella a la siguiente sala y acabamos con los yokai que se nos presenten.

Abrimos una puerta más y nos preparamos para enfrentarnos al segundo y último jefe de la misión.

Derrotar a Tashibana Muneshiege

Lo bueno de este jefe es que es humano, por lo que se trata simplemente de una versión más sofisticada de los enemigos humanos que hemos combatido ya en el juego.


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Con este jefe sí viene bien bloquear sus ataques y esquivar solo cuando lo veamos claro o para ponernos en una posición de ventaja. Ataques suyos que conviene evitar son el tajo de desenvaine rápido y el movimiento que hace para subir su ataque, fácil de interrumpir.

Como cualquier otro enemigo humano, se le pueden hacer combos para acabar con su Ki y rematarle cuando esté vulnerable, de pie o en el suelo, causándole bastante daño.