"El remo volvería al escaparate con una medalla en Tokio"
Asunción Loriente, presidenta de la Federación Española, repasa la situación del remo, que sólo subió al podio olímpico en 1984. Aina Cid y Anna Boada, su esperanza.
"En el piragüismo remas de frente y en el remo, vas de espaldas”. Esa sencilla definición, que aportó un campeón del primero de los deportes, sirve para marcar la frontera entre dos actividades que el común de los mortales tiende a unir. Y también para retratar la situación de una y de otra. Los primeros no se bajan del podio olímpico desde Atenas 2004 y han colocado a David Cal, Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Cristian Toro o Maialen Chourraut en el primer plano. El remo, sin embargo, ya casi ni se acuerda de la última (y única vez) que recibió laureles. Los Ángeles 1984, con el dos sin timonel de Fernando Climent y Luis María Lasurtegui. Han pasado 34 años...
“Una medalla en Tokio 2020 nos volvería a colocar en el escaparate. Y a nivel interno, supondría un espaldarazo para la base. No nos vamos a engañar: no es lo mismo tener héroes olímpicos que sirvan de referentes que no tenerlos”, explica Asunción Loriente (Castropol, Asturias, 46 años), presidenta de la Federación Española de Remo desde febrero.
Con la meta de una medalla dentro de dos años es con lo que se ilusiona. Porque hay madera. “El pasado Mundial en septiembre fue muy bueno. Metimos tres barcos de pruebas olímpicas en finales y el de Anna Boada y Aina Cid logró el bronce”, explica. El año próximo, en Linz (Austria), tocará clasificar para los Juegos y entonces comenzar a soñar con volver al cajón.
Boada (Barcelona, 25 años) y Cid (Amposta, 24) compiten en dos sin timonel. Se juntaron unos meses antes de los Juegos de Río, consiguieron la clasificación y fueron sextas. El año pasado, en el Mundial de Sarasota (Estados Unidos), subieron al quinto puesto. Este, en Plovdiv (Bulgaria) se colgaron el bronce. Primera medalla del remo femenino español en un Mundial, rompiendo además una sequía que duraba 12 años. “Su progresión indica que podrían estar en la lucha por las medallas”, apoya Felipe García, coordinador técnico de la Federación.
En Plovdiv, otras dos embarcaciones dieron señales de esperanza. El doble scull ligero (la media de peso de sus dos integrantes no puede ser superior a 72 kg) de Rodrigo Conde y Patricio Rojas fue sexto. El gallego Conde, además, luce dos medallas de oro y un bronce en Mundiales Sub-23. También sexto finalizó el dos sin timonel de Javier García y Jaime Canalejo.
“Para Atenas 2004 clasificamos seis barcos. A Londres no fue ninguno y a Río ya dos. La suerte no es un factor con el que puedas contar, pero para nosotros no ha sido buena y eso también ha influido, porque hemos tenido deportistas con calidad”, cuenta la presidenta.
Aina Cid ha estudiado Medicina y pasó unos años en la Universidad de Ohio State disputando la potente liga de la NCAA. Anna está rematando un máster de Educación Física. Ahora, liman segundos en Bañolas con el objetivo en Tokio. El lago de la localidad gerundense fue subsede olímpica de remo en Barcelona 1992, y allí se entrena buena parte de la élite española. “El remo olímpico se hace sobre una distancia de 2.000 metros. Se practica en rías como la de Castropol o Navia, en Bañolas tienen su base muchos y el grueso está en Sevilla”, apunta Loriente, que recuerda que se está trabajando en Castrelo de Miño (Orense) para recuperarlo como pista.
“La mayor parte de la Selección está concentrada en Sevilla, y más del cincuenta por ciento del equipo nacional es de esa ciudad. Disponemos del Guadalquivir y del Centro de Alto Rendimiento de la Junta. Allí hay 35 remeros becados”, explica Felipe García. Formarlos no es fácil. Cada uno de ellos supone un desembolso de más de mil euros mensuales.
“El remo, además, es un deporte caro. Un skiff (individual) cuesta unos 6.000 euros. Y si te vas a una embarcación de ocho tripulantes, hasta los 30.000”, relatan. A eso hay que añadir que no son fáciles de transportar. Hay que cargarlos en remolques de 12 metros y moverlos por toda Europa. Y si hay que cruzar océanos, meterlos en un contenedor tres meses antes de la competición.
A elevar el nivel de la Selección está ayudando Robin Williams. El británico, dos veces medallista en Mundiales, se encargó de entrenar once años a la prestigiosa Universidad de Cambridge y es uno de los técnicos más reputados. “Nos aporta un extra. Acude ocasionalmente a concentraciones y supervisa el trabajo de los entrenadores”, acota Loriente.
La dirigente asturiana debe realizar malabarismos con un presupuesto de 1,1 millones de euros procedentes de subvenciones del Consejo Superior de Deportes y unos 250.000 euros de recursos propios. LaLiga4Sports contribuye en 2018 con 20.000 euros. “Queremos realizar cuatro streaming de competiciones”, adelanta. Las licencias, según datos del CSD, ascendieron a 11.542 en 2017. “Sobre un 40% son femeninas”, especifica Loriente. Que también quiere dejar claro “que sólo el cincuenta por ciento pertenecen al remo olímpico”.
Y es que su Federación engloba las modalidades olímpicas (banco móvil) y otras tradicionales (banco fijo), como las populares traineras que revolucionan cada año el Cantábrico.
“La ACT (Asociación de Clubes de Traineras) y la ARC (Asociación de Remo del Cantábrico) son dos ligas privadas que están en una especie de limbo. Sus remeros tienen que sacar su licencia en la Federación Española, pero nosotros no tenemos ninguna competencia sobre ellas. Uno de mis objetivos es tratar de regular esto, llegar a un acuerdo porque no dejamos de tener una responsabilidad”, cuenta la directiva.
En la ACT, además, se mueven grandes cantidades de dinero al ser un circuito profesionalizado con patrocinios como La Caixa o San Miguel.
“La Federación también organiza un Nacional de traineras y este año en Castro Urdiales nos hemos encontrado con que sólo han participado cuatro: Zierbena, Urdaibai, Hondarribia y Orio. Y ninguna de mujeres. Los clubes exigen premios, y no hay dinero, pero el Nacional tiene un prestigio y me gustaría poder sentarme con ellos para llegar a acuerdos”, relata.
Y del norte, al resto del país. “Tenemos el problema de que el remo no existe en las grandes ciudades excepto en Sevilla”, analiza. Y sale el tema de Madrid. El Ayuntamiento, después de reabrir la Escuela Municipal en Legazpi, que había permanecido dos años cerrada, sólo permitió la actividad 29 días. Ha pesado más la idea de ‘renaturalizar’ el Manzanares. Para remar, hace falta represar el cauce. Y eso, según organizaciones ecologistas, incide en la flora y la fauna. “Es inconcebible. Va a quedar un hilillo y creemos que la suciedad será mayor. Las paladas oxigenan el agua. Madrid podría tener muchas licencias y ahora será un milagro que alguien reme. Nos ofrecen el pantano de Valmayor... cuando el Canal de Isabel II nos está diciendo que debemos abandonar un hangar que hay allí”, se queja. Quizá una medalla en Tokio les daría fuerza... En ello están.
ONCE BECAS ADO Y LA ILUSIÓN DE BRIZ
La mejora de resultados también ha supuesto un alivio económico. “Ahora tenemos para 2018 a once deportistas becados por ADO, que pueden pensar sólo en entrenar”, se alegra Felipe García, coordinador técnico. Entre ellas Anna Boada y Aina Cid (en la foto abajo). Ilusiona la prometedora zaragozana Esther Briz, campeona de Europa y del Mundo júnior en scull individual en 2017, que por sus logros deportivos y su excelente currículum ha sido becada por Stanford (EE UU), que ha dado 59 premios Nobel. Son las estrellas de futuro de una Federación que el 10 de noviembre celebrará en Barcelona 100 años de vida. Y que no quiere muchas innovaciones. “Es un deporte de resistencia y se debe remar sobre 2.000 metros”.