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GREEN BAY PACKERS

McCarthy gana la partida a Rodgers y los Packers vencen

El entrenador de Green Bay pone a su equipo correr frente a los Cowboys, le quita parte del mando al QB y el resultado, al menos de momento, le da la razón.

Mike McCarthy.
Andrew WeberAFP

Algo está pasando en el vestuario de los Green Bay Packers que excede, con mucho, de la información que tenemos. Porque hay cosas que simplemente no cuadran. Y porque hay anomalías que tienen difícil explicación más allá de una batalla de poder subterránea entre el entrenador jefe, Mike McCarthy, y el principal jugador, el QB franquicia, Aaron Rodgers.

Esta semana McCarthy se ha encargado de cantar las jugadas desde la banda por primera vez en toda la temporada. El entrenador jefe había cedido este privilegio a su coordinador ofensivo, Tom Clements, tras la final de la NFC del pasado año, en el que McCarthy fue muy criticado por su conservador plan de juego en la segunda parte. Que es algo que no parece afectarle mucho, pues es de carácter afable y seguro de sí mismo, salvo por una de las críticas en concreto, que decía así: "Cuando miras atrás y piensas sobre ello, hubo momentos en los que no fuimos tan agresivos como solemos ser". ¿El autor? Aaron Rodgers.

Los Packers perdieron aquel partido contra los Seattle Seahawks a pesar de entrar en el último cuarto con doce puntos de ventaja. Y, en el entretiempo de una temporada a otra el entrenador le dijo a Clements que iba a ser el coordinador el que iba a dictar qué jugadas se ejecutaban en cada snap. Dos cosas a tener en cuenta: algo hizo mella en él y Clements es una persona muy cercana a Aaron Rodgers. Dos y dos suelen ser cuatro, por lo que la medida, observada desde fuera, grita a los cuatro vientos más poder para el QB.

Hay que subrayar que McCarthy es un especialista ofensivo. Fue coordinador del ataque con los Saints cuatro años y otro más con los 49ers antes de conseguir su actual puesto de trabajo hace una década. Y también es justo decir que la razón que esgrimió para deshacerse de la obligación de dirigir la ejecución del plan de juego fue que quería centrarse en otras facetas del equipo a las que había prestado menos atención.

Pero con la temporada en marcha hemos sido testigos de una muy extraña relación entre Eddie Lacy y los responsables del ataque. Se le ha acusado de estar gordo, de cometer fumbles tontos, de no ser disciplinado y de estar a uvas, pero lo cierto es que es muy difícil encontrar en esta liga a un corredor que una semana tenga cinco carreras y a la siguiente veintidós, que pase de diecinueve acarreos y ochenta y cinco yardas a tres y nueve respectivamente de un día para otro. O, por último, que pase de que Clements le de cinco balones contra Detroit hace once días y ayer McCarthy le de veinticuatro para ciento veinticuatro yardas.

Simple y llanamente, no es lógico. Hay gato encerrado.

La exhibición de la carrera contra los Dallas Cowboys ha sido notable y, con ella, el triunfo del equipo. Corrieron en 42 jugadas, más dos scrambles de Rodgers, sumaron 240 yardas, la cifra más alta en la franquicia desde el 2004 y con ello elevaron el QB rating de Rodgers, mucho más acertado de lo habitual, a 99.5, su mejor cifra en esta discutible estadística desde el partido contra San Diego.

El propio Aaron Rodgers fue franco tras el partido de ayer. Con Clements tenía libertad para elegir entre un pase y una carrera con asiduidad y ayer se le cercenó esa libertad "obligándole" a asumir el sistema, a ponerse detrás del center más a menudo y... a correr. A correr como arma principal. Además, McCarthy le quitó a Richard Rodgers, que pasó de 8 recepciones frente a Detroit a sólo una ayer, y dio mayor protagonismo a Randall Cobb, al que movió por todo el ataque, incluidas tres veces como corredor, y se volvió punto central de los pases, pues el balón voló hacia él en doce ocasiones.

Es sólo un partido, desde luego, pero la declaración de intenciones es clara: más carrera, más pases cortos, más movimiento de cadenas... más Mike McCarthy y menos Aaron Rodgers. Está por ver como afecta esto a su relación y, lo que es mucho más importante, como afecta al futuro del equipo en la temporada. Pero el jefe ha decidido poner orden en el gallinero y decir quien manda.