El peor partido disputado en toda la historia de la NFL
El 15 de septiembre de 1940, Chicago Cardinals, actualmente en Arizona, y Detroit Lions, jugaron un encuentro que pasó a los anales de la indignidad. New York Giants vs Dallas Cowboys en vivo y directo: NFL
La NFL esta a punto de superar los 15.000 partidos, de los cuales solamente en 73 se ha terminado con un marcador igualado a cero puntos. El último partido en terminar con ese resultado tuvo lugar el 7 de noviembre de 1943, duelo que enfrentó a los New York Giants y Detroit Lions.
De los 73 partidos que terminaron sin una sola anotación 65 pertenecen a la década de los años 20 y hasta 1932, justo antes de que se reglamentara el pase adelantado sin limitaciones. En aquellos años el football profesional era una batalla posicional, solía ser suficiente anotar un touchdown o de dos a tres field goals para ganar. Desde 1932 solamente ocho partidos han acabado con el marcador igualado sin una sola anotación.
En el ideario popular se suele identificar un partido de baja anotación como un mal encuentro, algo que no necesariamente tiene por qué serlo si en medio hay grandes defensas. Buscar cual de esos casi 15.000 partidos es el peor de todos los tiempos parece una tarea imposible, sin embargo existe un cierto consenso sobre cual puede ser el peor partido de todos ellos, uno de esos partidos que basta que te lo cuenten para que se te quiten las ganas de verlo. El 15 de septiembre de 1940 los Chicago Cardinals, actualmente en Arizona, y los Detroit Lions, jugaron un partido de temporada regular en el War Memorial Stadium de Buffalo, estado de New York. Ese encuentro, que acabó con el marcador a cero, se considera entre los historiadores como el peor partido de toda la historia de la NFL.
En 1940 los Chicago Cardinals decidieron abandonar Wrigley Field, estadio que compartían con los Chicago Bears y Chicago Cubs de la MLB. Se trasladaron al sur de Chicago, en concreto a Comiskey Park, para compartir campo con los White Sox, el otro equipo de baseball de la ciudad. El calendario les jugó una mala pasada, el 15 de septiembre, jornada inaugural de la NFL, se jugaba un “double header”, los White Sox tenían programados dos partidos con los Boston Red Sox, lo que hacía imposible jugar en Comiskey Park.
Charles Bildwill, propietario del equipo, acordó con un famoso promotor de combates de boxeo trasladar el partido a Buffalo, a más de 700 kilómetros de la ciudad de Chicago. Charles Bildwill sopesaba trasladar su equipo a otra ciudad ante el poderío de los Bears, por eso jugar tan lejos no le pareció una idea descabellada, quería explotar nuevos mercados para su tambaleante franquicia.
Buffalo es conocido en la NFL por ser una de las ciudades con peor clima, pero en el mes de septiembre el tiempo suele ser agradable. Sin embargo aquel 15 de septiembre amaneció en medio de un diluvio. Al medio día, hora prevista de comienzo del partido el campo presentaba un aspecto dantesco, parecía mas una piscina que un campo de football, había zonas del campo donde el agua cubría los tobillos de los jugadores, y donde no lo hacía, era un barrizal. A pesar de la hora, el cielo estaba tan negro que hubo que poner la iluminación artificial del War Memorial Stadium. A pesar de las pésimas condiciones tanto del campo como del tiempo, ambos equipos tomaron la decisión de jugar el partido.
Mas de 18.000 espectadores se acercaron para ver un partido de la NFL en Buffalo, aunque ni mucho menos el estadio se llenó, tenía capacidad para 30.000 espectadores. Los árbitros eran incapaces de distinguir a los jugadores, y estos entre ellos mismos, determinar la posición de campo era imposible, no había marcas y todo se hacía a ojo. Marshall Golberg, RB de los Detroit Lions declaró tras el partido que no sabía si estaban jugando al waterpolo o al football. Durante el partido no cesó de llover, lo que hizo cada vez más complicado jugar al football, o mas que jugar, moverse en el campo, convertido por entonces en una piscina de barro y agua.
El público fue abandonando el partido, tanto para evitar mojarse como para ver semejante espectáculo. Llegado el último cuarto ambos equipos renunciaron a atacar y se pudo asistir a uno de los momentos mas lamentables de la historia de la NFL, los dos equipos ejecutaban el punt en primer down, ninguno quería la posesión. El final del partido fue un suceso de punts con la pelota volando de lado a lado del campo. El que recibía la patada ni se molestaba en atrapar la pelota, dejaba que esta quedara clavada en el barro para desde allí mismo devolver el punt a su rival.
Ambos equipos llegaron a ejecutar hasta 8 punts de manera consecutiva. Las estadísticas finales del partido son un reflejo de lo que fue. El total de yardas fue de 30, 16 para los Detroit Lions, y 14 para los Chicago Cardinals, el siguiente partido con menos yardas en la NFL tiene un total de 146 yardas. Se completó un solo pase de los siete que se intentaron y hubo siete primeros downs.
El único momento de alegría en todo el partido fue cuando a falta de tres minutos para que se acabara el tiempo reglamentario este hecho se anunció por megafonía. El reloj de campo no funcionaba y los escasos espectadores que aún quedaban no sabían como transcurría. Cuando se anunció el tiempo restante el publico gritó de alegría, solo tenían ganas de que terminara el que con toda seguridad sea el partido jamás jugado de entre los casi 15.000 partidos que existen.