Nada queda ya de las imágenes entrañables de aquel Stamford Bridge con coches tras las porterías, los goles de Osgood, el talento de Cooke o la personalidad de Webb. Salvo en el Manchester United, se ha perdido el aroma del fútbol inglés. El Chelsea es el caso extremo del cambio y por eso Aigner ve en este proyecto de Abramovich un enemigo. No hay duda de que el talonario por sistema destroza la cantera. Es difícil sobrevivir para el nueve del equipo de reservas teniendo delante a Crespo, Mutu y Hasselbaink. También en las palabras de Aigner hay miedo a que los Abramovich europeos creen una Liga a espaldas de la UEFA. Hoy la realidad es otra y el fútbol inglés ya no es directo y noble. Ahora hay tanganas en el Manchester-Arsenal y los hinchas del Chelsea van con gorros rusos al estadio sin preocuparles que sólo haya tres ingleses en la alineación de su querido Chelsea.
