Caso Raúl de Tomás: el hombre es un lobo para el hombre
Homo homini lupus, escribió Plauto y recogió siglos más tarde Hobbes, que no son ni la mascota de un equipo de fútbol ni el extremo derecho de otro, sino ilustres comediante y filósofo, respectivamente. El hombre es un lobo para el hombre. No hay nada más egoísta y peligroso para el prójimo que el propio ser humano. El Espanyol es un lobo para el Espanyol. Raúl de Tomás es un lobo para Raúl de Tomás. En cualquiera de las acepciones cae bien, porque si a alguien está afectando de pleno el culebrón del verano es a sus propios protagonistas.
Resguardado durante días en un apacible y lujoso hotel de Marbella, el caso explotó a la que el encierro finalizó y cada cual, Espanyol y Raúl de Tomás, se marcharon por su lado. Unos, a jugar a Brighton. El otro, camisa hawaiana, en taxi hacia el AVE. Y el colega Joan Camí, de RAC1, que explicó de maravilla la génesis del conflicto: una primera toma de contacto entre el delantero y su nuevo entrenador, Diego Martínez, que acabó “con disparidad de criterios”. Y con una decisión: prioriza este último al colectivo sobre las individualidades, y por eso aparta a De Tomás, es decir, queda claro quien ostenta el poder, el entrenador, obviamente respaldado por el club. Y más cuando cuenta con los ingresos de su venta para abordar otros fichajes de su gusto.
No se trata de señalar a buenos y malos, sino de enfocar la enésima historia en el fútbol en que, desecho un idilio y con un contrato todavía en vigor, cada cual defiende sus intereses. Lo singular de este caso es que cada actor parece enemigo de sí mismo. El hombre es un lobo para el hombre.
Tiene relegado el Espanyol al autor de 40 goles en las dos últimas Ligas, al que seguramente sea su futbolista más determinante, al único internacional. Y, en términos de mercado, está devaluando cada día más a su principal activo, le quema al club una sartén que no sabe que tiene por el mango por sus cuatro años más de contrato, mientras se sigue remitiendo públicamente a su cláusula de rescisión, 75 millones, un argumento que a estas alturas ya se antoja irrisorio.
Y, por su parte, según explica Manu Sainz aquí en AS, parece que se agarra De Tomás a una carta, lícita pero arriesgada, como es que lo repesque el Real Madrid, y a que el club con el que a efectos prácticos está enfrentado rebaje sus pretensiones y se avenga a venderlo al club blanco –porque no muchos más podrían siquiera abonar esas cantidades– por la mitad, o menos, de esa cláusula. En cualquiera de los casos, lo que se le puede escurrir, ya sea por quedarse a malas o por acabar en un equipo grande pero en el que no sea titular indiscutible, una convocatoria para la Copa del Mundo que hace un mes tenía muy a su alcance. Y con la que sueña.
No se entiende, en definitiva, que ni siquiera se entrene con el grupo y juegue los amistosos de pretemporada un futbolista por quien ni siquiera ha llegado todavía esa oferta de verdad, por mucho que se considere cuestión de tiempo. ¿Qué sucederá si no llega? ¿O si no satisface al club? ¿Se malvenderá, si no hay más remedio, por el mero hecho de que su reinserción en el Espanyol les parecerá irreconducible? Y lo más importante: ¿a alguien beneficia la gestión de este caso, o les perjudica claramente a todos?
La respuesta es sencilla. Entre el Espanyol y Raúl de Tomás han convertido una situación de clarísima ventaja –estabilidad en un club, goles, posición de fuerza ante posibles ofertas, un Mundial a la vista…– en un problema, donde no lo había, porque cualquier solución hubiera sido buena y comprensible en este mercado: si se queda, un goleador empedernido; si se va, dinero para reinvertir en otras demarcaciones necesarias y, obviamente, la propia delantera. Salvo que ya la idea de entrada fuera una salida, y muy por debajo de su cacareada cláusula.
En el terreno de Plauto, a uno le daría por pensar que todo es un teatro en el que al Espanyol le conviene presentar al jugador en rebeldía para justificar una venta muy a la baja y a Raúl de Tomás, para irse, sobre todo si consigue recalar en el Madrid. Pero seguro que no es así. Homo homini lupus.