Entre la fiebre y la resiliencia
En el Francisco de la Hera se citan uno de los grandes favoritos, el Badajoz, con un Zamora que como recién ascendido quiere seguir sorprendiendo. Locura pacense para conseguir entradas.
Utilizar la palabra favorito llegado este punto de la temporada afea eliminatorias. Los que están, están, y eso no es casualidad después de un curso marcado por los reajustes. Ya sea por la sacudida que han recibido las categorías con el cambio de formato o por la sombra pandémica que ha puesto mascarilla a los gritos de júbilo de la afición. Eso sí, en el Francisco de la Hera (domingo, 20:15 horas) se citarán el Badajoz, el conjunto con mayor puntaje de la categoría, contra el Zamora, el último en llegar.
El rey de la categoría…
Contextos aparte, se enfrentan dos proyectos opuestos a la hora de germinar. El de un conjunto pacense al que solo una tanda de penaltis en el penúltimo momento le impidió probar Segunda un curso atrás. Este año era imposible huir de favoritismos, esa palabra a evitar, con uno de los presupuestos altisonantes de la categoría. Fue el primero en 'ascender' y llegó a golear a nivel de Atleti o Barça. Sus escasos pinchazos han llegado en su mayoría cuando los deberes estaban más que hechos.
Goleador y rocoso, el Bada ha instalado la fiebre, la buena, en la ciudad. Colas interminables en el Nuevo Vivero para conseguir entradas. Más colas cuando llegaron 500 localidades extra cedidas por el Zamora. La afición blanquinegra no quiere perderse estas semifinales de Playoff en las que la vida y la muerte deportiva están separadas por matices. El 'factor líder' es un plus que pone pesas en la balanza extremeña y evita loterías, pero Fernando Estévez ya confesó en la previa que no se considera afortunado tras el sorteo.
Àlex Corredera y Dani Aquino son los futbolistas que acostumbran a llevarse los focos, no obstante son, con 10 y 8 goles, los máximos goleadores del equipo. El centrocampista, criado en La Masía, y el delantero, otrora promesa de tronío y que llegó a debutar con el Cholo en el Atleti, son las individualidades de una maquinaria perfectamente engrasada. Sin dejar de lado el trabajo de Gorka Santamaría.
David Vizcaíno, director deportivo y una de las almas del proyecto, ya destacó en AS la fortaleza del conjunto. Kike Royo, ayudado por Pablo Vázquez, Morgado y compañía, se ha convertido en la pesadilla de las delanteras rivales. Sergi Maestre sienta cátedra en la sala de máquinas y cubre las espaldas a Tomás Sánchez y Dani Fernández, dos laterales con alma de extremo. Un cóctel explosivo que les convertía en el rival a evitar.
… contra el 'underdog' más peligroso
Aunque, Estévez, técnico (y doctor) pacense ya señaló una de las grandes características del Zamora, su presión alta, como valla a superar. Su homónimo rojiblanco, David Movilla, fue más allá con el halago al rival: "Sus jugadores y su entrenador son superiores a los nuestros". Los castellanoleoneses, como avanzábamos, se clasificaron casi sobre la bocina. Necesitaban ganar a la Cultural Leonesa y perdían 2-0 en el Reino de León. Sin embargo, si hablamos de fiebre contra resiliencia no es algo gratuito. Coscia y Escudero igualaron e Íñigo Piña se puso la capa y tumbó a la Cultu y, sobre todo, robó a Unionistas el viaje a Extremadura.
Esos 90 minutos finales definen lo que tendrá el rey de la categoría enfrente. Un equipo aguerrido que no entiende de rendiciones. Así dejó en la cuneta en temporada regular a todo un Deportivo de la Coruña sin ir más lejos. Movilla defiende la posesión efectiva. Es decir, la vertical, la que rasga vestiduras. Robar arriba para hacer sangre antes de que la venda para la herida potencial esté preparada.
Dani Hernández es el hombre gol (máximo anotador con seis tantos), aunque no es su olfato lo que destaca, sino su polivalencia (mediocentro, mediapunta, interior y hasta de central si hace falta). Mientras que Carlos Ramos aúna trabajo y llegada, un box-to-box en el centro del campo zamorano que es el nombre más destacado de la sala de máquinas de Movilla. En tanto que los Piña, Parra o Crespo se erigen como el armazón que destruye las ilusiones rivales desde la defensa. Aunque este último, salvo milagro, no podrá ayudar a sus compañeros al ser el último en unirse a la plaga de lesiones que azotan al club (Mapisa, portero suplente, llegó a jugar un choque de delantero...). Pero ya lo decíamos, la resiliencia es la seña de identidad de los hombres de Movilla…
Más de mil zamoranos se desplazarán a un Francisco de la Hera que tendrá claro color blanquiazul. Aunque la reducción de aforo haya dejado a muchos con ganas de jalear a los suyos. La victoria es el mejor bálsamo para pasar el mal trago de tener que animar desde sus casas. Una temporada decidida a dos partidos en los que toca hacer funambulismo sin red.