REAL VALLADOLID - BARCELONA

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El dubitativo Barça apura sus opciones en Pucela (22;00, Mov. LaLiga). El Valladolid necesita un resultado positivo para sellar una salvación de matrícula.

MIGUEL RUIZDIARIO AS

El Urruti t'estimo del mestre Puyal siempre retumba en las almas de los barcelonistas cuando el Barça visita Zorrilla. Allí ganó una Liga en 1985 y allí empezó a remontar otra con un 0-6 que le permitió, junto un 0-4 en Sarrià, levantar el goalaverage de la primera Liga de Tenerife (1992) recién regresado de Wembley y desatado. Esta vez, sin embargo, es más difícil pensar que la ciudad del Pisuerga proyecte al Barça hacia una Liga (sigue el partido en directo en AS.com). La obligación azulgrana, no obstante, es luchar mientras lo digan las matemáticas. Otra cosa es que, a la misma velocidad que las opciones de ganar LaLiga empequeñecen, se agranda la mirada hacia la Champions, dosificación de esfuerzos incluida.

En Pucela espera el Valladolid de Sergio, entrenador con el que hay que ponerse en pie. No es que cogiese al Pucela undécimo en Segunda y lo subiese en apenas dos meses. Es que va camino de sellar la salvación por segunda temporada consecutiva en la élite con un equipo de subsistencia. Lógico que Ronaldo lo haya renovado hasta 2022. Sergio está a un resultado positivo de certificar una salvación que es virtual. Un entrenador valiente y justo que se ha ganado la fe del grupo, capaz de hacer nueve cambios en el Wanda y estar a punto de puntuar; y de sacar un punto en el Sánchez Pizjuán con Miguel de la Fuente, delantero del filial, dándole la noche a Koundé y Diego Carlos.

El Barça llega alerta a Valladolid, aunque no sobrado de efectivos. Ansu está sancionado, Arthur con la cabeza ya en Turín, y De Jong es reservado descaradamente para la Champions. Seguramente, uno de los objetivos de aquí a final de Liga es terminar de engrasar la nueva disposición del tridente. Contra el Villarreal fue explosivo, pero contra el Espanyol volvió a demostrarse que el Barça sufre mucho sin espacios. El Barça no va a arrojar la toalla. Si no, se queda sin la coartada del VAR. Una vez utilizado ese comodín, ya no le queda otro. Si anticipa el alirón del Madrid, quedará muy mal.

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