REAL MADRID - SAN LORENZO

Bauzá: “Habrá que sacar fuego para poder ganar al Madrid”

El técnico de San Lorenzo añade de cara a la final: "A nivel de clubes es el partido más importante. En 90 minutos pueden pasar muchas cosas".

—¿Cómo jugará la final?

—No soy preso de los sistemas. Es más la inteligencia del entrenador para adaptarse a las circunstancias. A mí, particularmente, me encantaría poner tres defensas y dos carrileros largos. Así jugaba con el Liga de Quito que salió campeón y jugó la final del Mundial de Clubes de 2008 contra el United. Pero con San Lorenzo no lo puedo hacer: no tengo centrales rápidos. Aquí empecé con un 4-4-2 que a veces era un 4-1-4-1. Y ahora estamos probando con un 4-3-3, con los dos extremos bajando más o menos a defender según el rival que tengamos enfrente.

—Argentina se dividió entre bilardistas y menotistas... ¿Qué queda de todo eso?

—Soy uno de los pocos que tuvo la suerte de trabajar con los dos. En mi época de jugador me tocó estar en la selección con Menotti. Me preseleccionó para el Mundial del 82 y me dejó fuera. En el del 90 sí estuve con Bilardo. Hay un libro que habla de Bilardo y Menotti como dos extremistas...

—Dos extremos que han dominado el fútbol argentino.

—Convengamos que nadie tiene la verdad absoluta. Ambos fueron campeones del mundo, pero en Argentina se perdió la posibilidad de hacer el gran debate, de sentarlos a hablar. Se dividió todo tanto entre ellos, incluso con los periodistas tomando parte, que no hubo discusión dialéctica. Y para mí los dos tenían cosas interesantes.

—¿Con qué se quedó usted?

—De Bilardo con los movimientos preestablecidos. Fue un adelantado. En 1986 su Argentina empezó a trabajar con tres atrás. Nunca antes se había hecho. Fue una revolución. Y de Menotti me impresionó el poder de su palabra para convencer al jugador, uno de los grandes problemas para un técnico. Con Menotti yo experimente algo sensacional. Veía cómo hablaba al futbolista y le transformaba en un corto espacio de tiempo, y no lo podía creer. Es un poder que tenía al margen de sus atributos técnicos.

—¿Cómo los convence usted?

—Primero es cómo los convenzo y después cómo los sostengo. Para esto último necesitas resultados. Mire, cuando llegas a un vestuario los jugadores te miran, te escrutinan, esperan a que digas algo... Según tu trayectoria puedes tener algo ganado. Pero el jugador es vivo y listo. Yo, por ejemplo, llegué a un San Lorenzo que acababa de ser campeón.

—¿Qué legado le dejó Pizzi?

—Ahí voy. Agarré y les dije: “Si quieren seguir creciendo tenemos que cambiar, sí o sí. Y me miraban como diciendo: “¡Si somos campeones, por qué vamos a cambiar!”.

—Una reacción normal...

—Les dije: “Pues si defienden como en este campeonato que acaban de ganar no volverán a ganar nada más”. El primer mes fue complicado, porque trabajé mucho la parte defensiva. El equipo no tenía equilibrio. Y sabía que para ganar la Libertadores, que era la obsesión de esta entidad, era imprescindible. Y hablé mucho con los líderes...

—¿Quiénes son los líderes?

—San Lorenzo no tiene uno, tiene muchos. Está Romagnoli, Ortigoza, Mercier, Ceto, ahora se sumó Yepes. Y esa fue mi táctica, hablar con ellos para que prolongaran el discurso del técnico. Les expliqué las razones de por qué había que cambiar. Ese fue mi primer logro en este club. Recibimos un solo gol de local en toda la Libertadores.

—¿Qué fútbol se juega ahora en Argentina?

—Uno muy trabado. Se dejan muy pocos espacios en la media, se presiona mucho, mucho más que en Europa. Es una locura. El primero no le gana al último. Eso es lo que hace de la Liga argentina algo tan difícil para un técnico y tan bonita para el espectador. Y es por la idiosincrasia del argentino, que se hace más fuerte ante la adversidad. Y saca de adentro eso que nos caracteriza, lo que yo llamo fuego, lo que habrá que sacar ante el Madrid.

—¿Qué opina de Ancelotti?

—Se le caen los pergaminos...

—¿Cómo?

—Digo que se le caen los títulos de tantos que tiene el pobre... Sería un atrevimiento decir que lo veo más entrenador hoy, pero nunca imaginé que iba a hacer jugar tan bien al Madrid. No olvidemos que la mentalidad italiana siempre fue muy importante para él. Allí tienen conceptos muy rígidos de la táctica. Y a mí, hoy por hoy, me da gusto ver jugar al Madrid. Hacía mucho tiempo que no veía a un equipo ganar con tanta autoridad en Inglaterra como lo hizo el Madrid en Liverpool. Yo soy un gran admirador del fútbol europeo. Y dicho esto, a mí me tira más el Barça.

—¡Salieron los colores!

—Tengo pasaporte español. Mis abuelos son de Mallorca. Por eso lo del Barça. Lo seguí desde la época de Cruyff. Fui a ver entrenar a Van Gaal. También fui a ver al Madrid. Allí estuve una semana con Pellegrini, hablando con él, viendo su método.

—¿En qué ha mejorado Ancelotti al Madrid?

—¡Mourinho ganó todo a la contra! Con el Oporto, con el Inter... Incluso con el Madrid. Yo miraba su cara en el Madrid y veía a un hombre triste. Porque su estilo no encajaba con la idiosincrasia de la entidad. ¡Él no podía jugar en el Madrid como quería, por la historia del club! No sentía la manera de jugar de aquel Madrid suyo. No le gustaba.

—¿Y Ancelotti?

—A veces lo hace, pero como recurso. Salen con una velocidad y una precisión terrible, pero no puede jugar a eso por su historia, aunque sepan hacerlo.

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