Cuatro madridistas en el ojo del huracán

La tarde-noche más plena en transmisiones deportivas que recuerdo tuvo un final explosivo con ese minuto mágico del Francia-Inglaterra, que a todos nos recordó aquella final Bayern-Manchester del Camp Nou. El segundo gran suceso de la Eurocopa en dos días. No está mal. El primero, por descontado, fue la caída de Portugal. Lo de anoche fue la muerte y resurrección de Francia, la selección aún campeona, que envejece a ojos vistas pero que se sacó de la manga dos goles de castigo a la defensa constante de Inglaterra. Los ingleses jugando a la italiana es algo que a los clásicos nos repugna. El dios del fútbol tenía que maldecir. Y lo maldijo.

Y en el ojo del huracán, dos madridistas. Primero Beckham, con su penalti fallado después, que dará carnaza a los tabloides británicos los próximos días. Y luego Zidane, lento e impreciso toda la noche, como un exjugador, pero brillante en el tiro libre y segurísimo en el penalti. Los grandes de verdad siempre se guardan algo en la manga. Otro en el ojo del huracán es Figo, capitán de la selección local, derrotada a las primeras de cambio. "¿Es más fácil hacer diez grandes estadios que un buen equipo?", se preguntaba ayer Correio da Manha. A Figo, capitán del equipo, amigo de Rui Costa y reticente con Deco, le señalan muchos dedos.

Y el cuarto es, se quiera o no, Raúl. Se palpa en la calle. Sigue sin ser él y lo peor es que cada vez que se le ve jugar muchos piensan en los que se quedan fuera del equipo por su causa. En Mista, que ni entró en la convocatoria. Y en Valerón. Y en el Niño Torres, que tiene sublevado al mundo atlético. La suerte es que el grupo es de verdad una piña, como mostró gráficamente la composición de todos abrazados para el himno, feliz sugerencia de Morientes. No hay cuento: lo de la piña es una realidad y nadie quiere alimentar el morbo de los debates sobre si este o aquél. Y menos que nadie, Valerón, buena gente hasta decir basta.

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