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Las secuelas de la primera dosis de la vacuna en personas recuperadas de la COVID-19

Varios expertos aseguran en un artículo publicado en El Mundo que es necesario esperar algunos meses desde el contagio hasta la inoculación.

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Las secuelas de la primera dosis de la vacuna en personas que superaron la infección
A.Pérez Europa Press

Esta semana se ha conocido que Sanidad va a aplazar 6 meses la vacunación a los menores de 55 años que ya hayan pasado la enfermedad. Tal y como recoge la actualización del Plan de Vacunación, la nueva indicación se efectúa teniendo en cuenta que "la gran mayoría de las personas infectadas por SARS-CoV-2 producen anticuerpos neutralizantes además de estimular la inducción de respuesta de células T".

Asimismo, según argumenta el Ministerio, "el número de casos con reinfección documentada es muy bajo en los seis meses posteriores al diagnóstico de infección". Cuando una persona está bajo los efectos del patógeno, experimenta una reacción en forma de dolor de cuerpo, fiebre, tos, etc.

Un artículo del diario El Mundo detalla las reacciones más frecuentes recogidas en el 2º Informe de Farmacovigilancia sobre Vacunas COVID-19: "Siguen siendo los trastornos generales (fiebre, dolor en la zona de inyección), del sistema nervioso central (cefalea, mareos) y del aparato digestivo (náuseas, diarrea)".

El impacto en el organismo

Eduardo Fernández-Cruz Pérez, jefe de Inmunología del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, justifica en el citado medio por qué ocurre esto: "Estamos ante un fenómeno en el que debemos tener claro que la inmunidad natural que confiere la infección no es la misma que la inducida por una vacuna. Una vez conocemos cómo es cada una de ellas, las ordenamos y vemos el impacto que tienen en el organismo".

Para el inmunólogo, "vacunarse tras haber pasado la COVID es como provocar en el organismo una segunda respuesta contra el virus. Esto significa que nuestras defensas ya tienen en su memoria cómo 'luchar' contra el SARS-CoV-2, los mecanismos sobre cómo evitar una nueva infección. Por eso, hay que esperar unos tres meses desde que el individuo se ha recuperado de la COVID para usar la vacunoterapia", subraya en El Mundo.

El inmunólogo añade en el artículo que "aunque la inmunidad que confiere la vacuna, a base de antígenos sintéticos, no es la misma que la natural, el organismo sí que responde de alguna forma. Vemos que las primeras dosis en individuos que han pasado el COVID tienen una reactogenicidad a la vacuna".

Dejar una ventana

Para Fernández-Cruz, un aspecto fundamental para evitar estas consecuencias es dejar una ventana de tres meses desde que terminó el proceso vírico a seis desde la detección: "Es el tiempo medio en el que sabemos que el cuerpo humano mantiene la inmunidad frente a la infección".

Por su parte, Raúl Ortiz de Lejarazu, virólogo y exdirector del Centro Nacional de la Gripe (CNG), apunta en el mencionado diario que "conozco algún caso que pasó la COVID en la primera onda pandémica y al vacunarse ahora ha tenido que quedarse en casa con fiebre durante tres días, mucha astenia, dificultad para centrar la atención y disminución del tono de voz". 

Poco riesgo en seis meses

Otros expertos como el profesor de inmunología Florian Kramer y su equipo advierten que "la presencia de anticuerpos IgG antipico se asocia con un riesgo sustancialmente reducido de reinfección por SARS-CoV-2 en los siguientes seis meses". 

Para evitar los efectos secundarios, Fernández Cruz da una clave: "Lo mejor es que se tomen medidas preventivas para ese momento en el que se produce el 'descarrilamiento de citoquinas'. Recomendamos en sujetos que han pasado la COVID de forma moderada un pretratamiento: paracetamol y un antihistamínico. A veces con esto es suficiente. Si la respuesta es más extrema, acudimos a los corticoides".