Vacunas de Pfizer y Moderna: diferencias entre ellas y cómo funcionan
Ambos fármacos contra la COVID-19 están basados en ARN mensajero, pero presentan diferencias en cuanto a sus características de conservación o precio.
El pasado 6 de enero, la Agencia Europa del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) aprobó la vacuna de Moderna. Suponía la autorización para usar un segundo fármaco contra la COVID-19 después de que en diciembre se aprobara y comenzara a administrar la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNThec. De momento, la de Moderna está previsto que llegue a España en siete o diez días, según reveló el miércoles el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
En total, Bruselas ha adquirido ya 460 millones de dosis de ambos fármacos (300 millones de Pfizer/BioNTech y 160 millones de Moderna), que comparten ciertas características, aunque también se diferencian en muchos aspectos, especialmente en las condiciones de conservación.
Ambas utilizan ARN mensajero
Si algo tienen en común las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna es que ambas utilizan ARN mensajero, es decir, “contienen parte de las ‘instrucciones’ del virus que causa la COVID-19”, según explica la Comisión Europea. Esto “permite que las propias células del cuerpo produzcan una proteína que es única del virus”. De esta forma, cuando una persona entra en contacto con el virus, su sistema inmunológico reconoce que esa proteína única no debería estar en el cuerpo y responde produciendo defensas naturales contra la infección, evitando que se contagie.
Este es también el mecanismo que utiliza la vacuna que está desarrollando la compañía biofarmacéutica alemana CureVac, con la que la Comisión también ha firmado un contrato, pero que aún no ha solicitado el visto bueno de la EMA.
Eficacia similar
Ambos fármacos tienen una eficacia superior al 93% y muy similar. El de Pfizer es efectivo al 95%, según revelaron los ensayos realizados con más de 40.000 personas. De estas, 18.100 recibieron la vacuna y solo ocho enfermaron de coronavirus, una de ellas presentó una infección más grave, aunque nadie necesitó hospitalización. La vacuna de Moderna, por su parte, tiene un 94,5% de eficacia. En sus ensayos participaron 30.000 voluntarios y de los 13.900 vacunados solo 11 contrajeron la enfermedad, sin que existiera ningún caso severo.
Por otra parte, no se detectaron efectos secundarios adversos graves con ninguna de las dos vacunas, más allá de dolor o hinchazón en el lugar de la inyección, fiebre, dolor muscular o dolor de cabeza.
Diferentes condiciones de conservación
Transportar las vacunas contra la COVID-19 a todos los países supondrá un enorme desafío logístico, especialmente por la conservación del producto, donde radica la principal diferencia que existe entre las dos vacunas mencionadas. En este aspecto, la de Pfizer resulta mucho más complicada de distribuir, ya que necesita unas temperaturas extremas, de unos 70 grados bajo cero, para conservarse en buen estado. La de Moderna, en cambio, se mantiene entre 15 y 25 grados bajo cero, pudiendo estar incluso 30 días en una nevera normal, con temperaturas que oscilen entre los 2 y 8 grados.
Ambas requieren dos dosis, pero en distintos plazos
En cuanto a la administración, existen pequeñas diferencias en el periodo en que se administran las dosis. Ambas necesitan dos inyecciones intramusculares para que sean eficaces a la hora de otorgar inmunidad a quien las recibe, pero mientras que para la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech el intervalo es de 21 días entre la primera y la segunda dosis, para la de Moderna es de 28 días.