CORONAVIRUS
Los primeros que deberían recibir la vacuna del coronavirus, según la Johns Hopkins
La llegada de una vacuna eficaz pondrá sobre la mesa el dilema de a quién se debe tratar en primer lugar, cuando la producción mundial no sea suficiente.
La llegada de un tratamiento eficaz que reduzca el impacto del coronavirus en el mundo parece más cercana tras el anuncio de Pfizer sobre su vacuna. La empresa estadounidense confirmó este lunes que cuenta con una eficacia del 90%, lo que hace crecer el optimismo en la comunidad médica.
Sin embargo, una vez esté disponible, no lo estará en la cantidad necesaria de dosis para vacunar a todo el mundo. Para eso tendrán que pasar meses y meses antes de poder satisfacer la demanda mundial. Además, para poder conseguir una inmunidad de grupo suficiente para reducir las posibilidades de contagio todavía queda mucho.
Aunque, sin embargo, la llegada de la vacuna puede ayudar. "No necesitamos una vacuna perfecta", asegura Eric Toner, autor principal de las pautas para la asignación y distribución de vacunas creada por la Escuela de Salud Pública Jonhs Hopkins. Para conseguir alcanzar esta inmunidad, afirma, "dependerá de lo buena que sea la vacuna".
La experiencia del H1N1
En el año 2009, la cepa de gripe H1N1, conocida como gripe porcina, proporciona una experiencia en cuanto a la falta de vacunas a la hora de establecer una estrategia para su distribución. En aquel caso, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) establecieron unas pautas sobre a quién vacunar primero. Como el virus parecía afectar con más frecuencia a los jóvenes, se recomendó vacunar en primer lugar a personas entre los seis meses y los 24 años, además de otros grupos de alto riesgo.
Lo que aconseja la Universidad Johns Hopkins
La institución estadounidense, que informa de forma actualizada de la pandemia en todo el mundo, elaboró una guía en la que aconsejan aquellos grupos de personas que deberían recibir la vacuna en primer lugar una vez esté disponible.
En el documento, de 46 páginas y dirigido de forma concreta a Estados Unidos, se hace referencia a tres principios éticos para el reparto de vacunas: el bien común, para limitar las muertes y promover el bienestar social y económico; la justicia y equidad, con el fin de asegurar el acceso a la vacuna de todas las personas; y la legitimidad, con la que proceder de forma transparente, confiable y aceptable socialmente.
Según la disponibilidad de vacunas, la Universidad establece varios niveles diferentes con los que priorizar el acceso a las vacunas. Además, se concretan los diferentes componentes de los dos primeros niveles.