Daniel Alaguero tiene 47 años, es natural de Avilés y ha inventado una innovadora mascarilla magnética que se puede colocar sin las molestas gomas que pueden causar dolor en nuestras orejas después de un uso prolongado e incluso puede evitar que las gafas se empañen. El prototipo de mascarilla funciona con un sistema de imanes que se puede unir a las gafas y solo es válida para las FFP2, ya que la estructura debe tener cierta rigidez para poder incorporar los imanes, tanto en la barbilla como en la tira nasal.

La idea surgió después del confinamiento al que se sometió España en marzo. Tras estar un mes y medio en ERTE, Alaguero volvió al trabajo y conoció de primera mano la incomodidad de las mascarillas al llevarlas ocho horas porque, al ser técnico en mantenimiento de instalaciones térmicas, tiene que trabajar de cara al público y, por tanto, usar este material sanitario. “Al día siguiente hice un pequeño prototipo rudimentario con cinta de doble cara y a partir de ahí empezamos un camino que nos ha llevado cuatro meses”, explicó en la Cadena Ser. Su mujer fue quien le propuso la idea de los imanes, ya que en todos los sistemas de fijación que probaba no funcionaban.

Tres opciones de uso

Estas revolucionarias mascarillas tienen numerosas ventajas y se pueden usar de tres maneras diferentes. En primer lugar, su uso ideal es para las personas que lleven gafas. Esta opción “es la más cómoda porque no te aprieta en ningún momento y te protege igualmente”. Además, Alaguero ha conseguido que la mascarilla se adhiera a la montura de tal manera, que se desvía la corriente ascendente de aire caliente alejándola de las gafas, lo cual evita que estas se empañen. Por último, asegura que a la hora de dejarla sobre algún lugar es más fácil. “Si estás tomando algo la puede adherir a la prenda o incluso dejarla sobre la mesa sin que tenga contacto con la superficie”, afirma.

En segundo lugar, la personas que no lleven gafas también pueden usar estas mascarillas colocando dos imanes en la nariz y dos en la barbilla con una tira nasal o esparadrapo de alta calidad de quirófano. Sobre esto, Alaguero sostiene que estos imanes son totalmente seguros para la salud, por no lo que no cree que el Ministerio de Sanidad ponga pega alguna: “Ahora mismo se usan los imanes como tema medicinal, no creo que haya ningún problema cuando estamos rodeados de baterías y cosas por el estilo”. La tercera y última opción está pensada exclusivamente para el personal sanitario: “En este caso, los imanes son mucho más grandes, lo que permite una mayor estabilidad. Al mismo, protegen e impiden que queden marcas en el rostro”.

Lanzamiento al mercado

Sin duda, estas mascarillas han suscitado un gran interés porque este tipo de protección frente al coronavirus promete permanecer en nuestra vida durante un largo periodo y cualquier método para hacerlo más cómodo es bienvenido. “Hay gente interesada. El problema es que quiere fabricarla, pero no comercializarla”, comenta Alaguero sobre el lanzamiento al mercado de su producto. En esta línea, ha revelado que, por el momento, quien más se ha interesado ha sido “una empresa catalana que se dedica únicamente a la fabricación de imanes. Estaba dispuesto a comprar una máquina para confeccionar las mascarillas, pero no comercializarla significa no pasar unos test. De eso me tendría que encargar yo”. No obstante, esta opción no está descartada y siguen las negociaciones.

También en Asturias una empresa que confecciona mascarillas se interesó por el producto. Su principal inquietud fue si la mascarilla estaba homologada, algo que sí garantiza su inventor. “Yo no modifico el tejido de la mascarilla, solo le incorporo imanes”. En cuanto al tiempo estimado para su lanzamiento al mercado, Alaguero concreta que “estamos viendo a ver si es factible que se haga de aquí a final de año para sacarla a la venta”.