CORONAVIRUS

La neuropilina, una nueva ruta de infección para el coronavirus

Dos grupos científicos apuntan que el SARS-CoV-2 podría tener otro camino para reproducirse en diferentes tejidos, incluido el cerebro.

La neuropilina, una nueva ruta de infección para el coronavirus
ROB ENGELAAR AFP

Dos artículos científicos divulgados por el portal bioRxiv pendientes de la revisión por pares que trataban de investigar cómo el virus entra y se propaga en el cuerpo, señalan que el coronavirus podría asociarse con una proteína de la superficie celular, llamada neuropilina-1 (NRP1), algo desconocido hasta la fecha, según informa Infobae.

Dos estudios independientes entre sí conducidos por la Universidad de Helsinki en Finlandia y por la Universidad Técnica de Munich en Alemania apuntan a que la neuropilina-1 (NRP1) podría ser otro punto de entrada del virus en el cuerpo del ser humano, desde donde podría propagarse hasta el cerebro. Hasta ahora, se conocía que el SARS-CoV-2 utilizaba la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) como anfitrión en el organismo.

Estos estudios, conducidos por Giuseppe Balistreri, profesor adjunto de Virología Molecular en la Universidad de Helsinki en Finlandia y Mikael Simons, profesor en Universidad Técnica de Múnich, han revelado la parte del virus que se une a la neuropilina, lo que podría señalar “un nuevo objetivo para los medicamentos antivirales”, así como “verificar la existencia de un anticuerpo que puede romper esa unión”, lo que podría reducir la infección.

¿Cómo se ha descubierto?

Según Infobae, el virus fue aislado y se observó que contenía una “pieza adicional en su genoma”. Para corroborar la participación de la neuropilina, se utilizaron células humanas carentes de los dos receptores a las que se introdujo solo el receptor de neuropilina para después ponerlas en contacto con el virus.

“La neuropilina se encuentra en el exterior de nuestras células y, como mostró el estudio, se une a un tracto lateral del pico, proteína de gancho del virus. En cambio, ACE2 ‘se pega’ a la parte superior de la proteína viral”, explicaba Balistreri.

Esta proteína se encuentra, según esta información, “abundantemente en el epitelio respiratorio y olfativo, orientada hacia la cavidad nasal” y tras un experimento con ratones en las que se insertó un virus artificial en su nariz descubrieron que en apenas dos horas habían llegado al cerebro.

¿Puede ayudar a conseguir una cura?

A pesar de que el estudio permitiría imaginar la posibilidad de bloquear la neuropilina, esto “podría tener efectos secundarios graves en los seres humanos”. Sin embargo, “un punto importante del experimento”, según el estudio, es la posibilidad de bloquear la secuencia del virus que se une a la neuropilina, ya que se trata “de una secuencia inmutable”.