Hay ocasiones en las que la vida real supera a la ficción. La crisis del coronavirus ha traído consigo miles de historias familiares, pero quizá ninguna tan increíble como esta: un hombre, al que habían dado por muerto e incluso había sido incinerado, ha vuelto a casa dos meses después.

La historia comienza en Chongqing, China, donde un hombre de 43 años, con problemas mentales, desaparece de su casa. La familia, tras varios días de búsqueda sin obtener resultado, decide pedir ayuda a la policía a principios de abril. Días más tarde llegaba la noticia de la aparición: se encontraba ingresado en el Hospital de de Medicina Tradicional China de Wenzhou, a 1.300 kilómetros de domicilio, y hasta allí fue la familia. Sin embargo, debido a las actuales medidas de distanciamiento social, no pudieron verlo de cerca, pero iba con una máscara de oxígeno con la que no le podían ver bien la cara.

Surgen las complicaciones

Debido a las complicaciones derivadas de la tuberculosis, Jiao tenía pocas opciones de sobrevivir. Sin embargo, toman la decisión de llevárselo a su casa. Pero no supera el viaje y pierde la vida en la ambulancia. Para colmo, la familia no puede ver el cuerpo antes de ser incinerado. Ya en su ciudad natal, la familia organiza un funeral por todo lo alto, en el que se dejan cerca de 20.000 euros.

Reencuentro con la familia

En mayo, después de haber incinerado al que creían que era Jiao, la policía se pone en contacto con su tío en la ciudad de Shangrao. El motivo, que habían encontrado a un hombre sin hogar que había sido identificado como Jiao.

El 5 de junio, cuando habían pasado más de dos meses de su desaparición, Jiao se reúne con su familia. Y una vez con ellos surge la duda: ¿Quién era el hombre al que habían incinerado? Las autoridades ya han abierto una investigación para esclarecer el caso, mientras que la familia pedirá una compensación por los daños causados. Ambos hombres se parecían físicamente y su historial médico era similar, mientras que fuentes del hospital señalan que el hombre incinerado podía llevar la identificación del verdadero Jiao.