La dexametasona ha vuelto a la palestra por su demostrada eficacia en el tratamiento de las personas que sufren la COVID-19 provocada por el coronavirus. Pero se hizo famosa antes. Concretamente en noviembre de 2018, cuando Mediapart y Der Spiegel publicaron una información de Football Leaks en la que se atribuía a Sergio Ramos un positivo por esta sustancia antes de la final de la Champions de 2017 que el Real Madrid ganó a la Juventus.

Y es que la dexametasona figura en la lista de sustancias prohibidas de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), que no permite su uso en competición. El caso de Ramos se cerró al aceptar tanto la agencia como la UEFA y la FIFA las explicaciones del futbolista y su club, que apelaron a un error en la comunicación del tratamiento que los servicios médicos dieron al capitán antes del partido.

Pero el del sevillano no ha sido el único caso en el que esta sustancia se ha relacionado con el deporte. Ya fue protagonista en el juicio a los remeros de Urdaibai en 2015, que terminó con la absolución de los seis acusados. También en 2015, el líder del ranking mundial de bádminton entonces, Lee Chong Wei, fue sancionado ocho meses por utilizarla en el Mundial del año anterior. Antes, en 2013, el futbolista de Jamaica Jermaine Hue y el médico de la selección de ese país caribeño recibieron una sanción de nueve meses y cuatro años, respectivamente, por las mismas razones. Glacinei Martins, Miguel Ángel Hoyos o Christian Leiva han sido otros futbolistas castigados por doparse con dexametasona.

¿Qué es la dexametasona?

¿Por qué está prohibido utilizar este fármaco en competiciones deportivas? ¿Cómo mejora el rendimiento? La dexametasona es un potente glucocorticoide que tiene efectos en el sistema endocrino. Su ingesta "suprime el dolor provocado por la intensidad o repetitividad de la contracción muscular" según el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. En plata, nos hace más resistentes a esfuerzos físicos prolongados. También aumenta las cantidades de glucosa en sangre y la euforia.

Recientemente la Universidad de Oxford, en Reino Unido, publicó un estudio en el que se afirmaba que la dexametasona reduce en un tercio las muertes de pacientes con COVID-19 que necesitan asistencia por ventilación mecánica. La muestra sobre la que se realizó el estudio fue de unas 2.000 personas a las que se les administró la sustancia. Los resultados se compararon con los de otras 4.000 que no recibieron ese tratamiento.