La pandemia de la COVID-19 ha asolado al mundo. Su rápida propagación es la principal característica de un virus que ha puesto en jaque a los sistemas sanitarios de casi todos los países. Desde hace un tiempo existía la amenaza de que algún coronavirus sacudiera al ser humano de forma multitudinaria. La aparición del SARS o el MERS durante este siglo fueron antecedentes que obligan a analizar los signos y letalidad de estos virus.
El gráfico superior propone una comparativa con el ébola, el SARS y el MERS para comprender mejor las particularidades de la COVID-19. Según datos de la OMS, en el caso del coronavirus SARS, la tasa de mortalidad fue del 10%. En el caso del MERS, en 2012, la mortalidad fue incluso mayor, de entre el 20 y el 40%. El ébola alcanzó picos de casi el 50%. La letalidad de la COVID-19 supera por poco el 5% de letalidad, pero su principal característica radica en la alta capacidad de contagio que tiene. Aunque la pandemia ha aminorado su avance, en el mundo ya se cuentan más de 3 millones de casos positivos y más de 200.000 mil muertes. Estas cifras ponen de manifiesto la catástrofe sanitaria que padecemos.