Más allá de las típicas medidas: ¿Qué hacer para protegerte frente a la COVID-19?
El sistema inmunitario es la principal barrera defensiva que posee el oraginsmo frente a amenazas externas e internas por lo que conviene no descuidar la importancia del manejo del estrés, el descanso, el ejercicio físico y la dieta.
En plena batalla contra un adversario todavía muy desconocido, como es el SARS-CoV-2, con importantes lagunas en la comprensión de sus mecanismos biológicos, es preciso centrar nuestros esfuerzos sobre aspectos que podemos controlar a través de nuestros hábitos y estilo de vida. Más si tenemos en cuenta que aún pasará tiempo hasta que la mayoría de la población pueda vacunarse con alguna de las candidatas más avanzadas o la ciena dé con un tratamiento efectivo.
Y en este sentido, el sistema inmmunitario, que no es otra cosas que la primera línea de defensa frente a microorganismos patógenos y sustancias extrañas, debe estar en perfectas condiciones. La COVID-19 nos ha mostrado los vulnerables que podemos ser, pero afortunadamente existen formas de ‘entrenar’ nuestro organismo para que su acción frente a determinados agentes sea más efectiva.
La receta para conseguir fortalecer el sistema inmunitario se basa en cuatro pilares fundamentales: el manejo del estrés, el descanso, el ejercicio físico y la dieta. O lo que es lo mismo, si estamos estresados, no dormimos lo sificiente, somos presa del sedentarismo y nuestra alimentación deja mucho que desear, se lo estermos poniendo extremadamente fácil al ‘enemigo’.
“Los enemigos acechan, y tu cuerpo está siempre en pie de guerra. Algunas amenazas son biológicas, como virus o bacterias. Otras son químicas o físicas, como contaminantes o radiación. La mayoría viene de fuera, pero también luchamos contra enemigos internos, que se producen en nuestro propio cuerpo, como células cancerígenas. El sistema inmune representa nuestra departamento de seguridad, y solo cuando es superado aparece la enfermedad”, explica Marcos Vázquez, credaor del blog Fitness Revolucionario.
Quizá de los cuatro ejes mencionados, sea el de la dieta el que más dudas pueda generar en el sentido de que muchas veces no sabemos bien qué alimentos son más convenientes. Lo que parece claro, según las últimas evidencias científicas, es que existe una relación directa entre un peor perfil de ingesta de determinados minerales y vitaminas y una mayor incidencia o mortalidad causada por la COVID-19. Por este motivo, se trata más de mejorar la dieta en su conjunto que abonarse a un alimento determinado.
Vitaminas y minerales básicos en la dieta
Marcos Vázquez comparte una serie de recomendaciones centradas en la dieta y en aquellos alimentos más beneficiosos para el sistema inmunitario:
- “Tu sistema inmune no depende de ningún alimento especial, sino de una buena dieta general. Dicho esto, hay micronutrientes especialmente relevantes, destacando entre las vitaminas las A, C y D, y entre los minerales el zinc y el selenio”.
- La vitamina A juega un papel fundamental en la modulación de la respuesta inmune , y la puedes encontrar en el hígado (en cantidades muy elevadas, por lo que es suficiente comerlo de vez en cuando) o la yema del huevo. Espinacas, kale, zanahorias o boniato son buenas fuentes de betacarotenos, que nuestro cuerpo debe convertir en vitamina A animal (retinol) antes de poderla utilizar".
- "La vitamina C participa también en múltiples funciones del sistema inmune, pero si comes suficientes frutas y verduras no deberías tener ninguna deficiencia".
- "La vitamina D merece una mención especial, por su estrecha relación con ambos brazos del sistema inmune, el innato y el adquirido. Déficits de vitamina D se asocian con mayor riesgo de infección y enfermedades autoinmunes".
- "Pasando a los minerales, el selenio es necesario para producir selenoproteínas, agentes importantes en la respuesta inmune e inflamatoria, y mejora además la actividad de nuestras células asesinas. Las nueces son un buen alimento en este caso.
- "El zinc participa en múltiples procesos del sistema inmunológico, y su deficiencia aumenta la susceptibilidad a distintos patógenos. Las ostras son una excelente fuente de zinc, pero también la carne o algunas legumbres como garbanzos".
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