"El sistema inmune es el encargado de protegernos a lo largo de nuestra vida y desarrollar una respuesta adecuada a cada ataque. Estamos constantemente expuestos a todo tipo de agresiones provocadas por diferentes agentes patógenos y el sistema inmune es nuestra barrera de defensa”.

Son palabras de Jorge Domínguez, investigador del Departamento de Medicina Interna del Centro Médico de la Universidad Radboud en Nimega (Países Bajos), que aconseja prestar especial atención a aspectos modificables de nuestros hábitos que pueden incidir en la vulnerabilidad del sistema inmunitario: el estrés, la falta de sueño, el sedentarismo o una mala alimentación.

Precisamente este último factor, la dieta, desempeña un importante papel en la ecuación por lo que velar por la salud digestiva, y no solo por lo que comemos, debe ser una de nuestras prioridades. “Proteger nuestro intestino (y los microorganismos saludables que viven en él), es proteger el epicentro de nuestra salud: si el intestino no funciona correctamente, el sistema inmune estará comprometido. De hecho, es tal la importancia que tiene esta red funcional sobre nuestra protección que contiene hasta el 70% del número total de inmunocitos de nuestro cuerpo”, destaca por su parte el nutricionista, Carlos Ríos.

“Muchos factores ambientales vinculados a nuestro estilo de vida como la dieta, la actividad o nuestros hábitos pueden provocar alteraciones del microbiota intestinal, modificaciones en las mucosas y daños en el tejido epitelial, que recubre la superficie de ciertos órganos internos. A su vez, pueden alterar el estado de armonía y resultar en eventos poco deseables como el aumento de la permeabilidad intestinal”, añade el experto.