De la pérdida de olfato al coma: las tres etapas del daño cerebral que provoca la COVID-19
Una nueva investigación concluye que la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2 afecta al sistema nervioso causando deterioro cerebral que abarca desde formas más leves de afectación a otras que pueden ser mortales.
Cada vez estamos más creca de comprender el SARS-CoV-2 y la enfermedad que provoca, la COVID-19, pero lo cierto es que todavía queda un largo camino por recorrer para poder afirmar sin titubeos que concocemos todos los detalles sobre el énemigo público número uno -definido así por la Organización Mundial de la Salud- que tanto daño ha provicado en los últimos meses.
Existe un enorme esfuerzo por parte de la Ciencia para dotarnos de certezas con el objetivo de que tenagmos a nuestra disposición más herramientas, ya sea en forma de vacunas o tratamientos, en la lucha contra el virus. Pero el conocimiento pleno de SARS-CoV-2 es algo fundamental para enfrentarnos a él con posibilidades de éxito.
Afortunadamente cada día que pasa estamos más cerca de ofrecer respuestas más precisas a determinadas preguntas y los hallazgos se multiplican. Es el caso de una nueva investigación a cargo de expertos del Centro de Aptitud Cerebral NeuroGrow (Estados Unidos), que clasifica, tras realizar una revisión exhaustiva del efecto de la COVID-19 en el sistema nervioso, el daño cerebral causado por el coronavirus en tres etapas.
Los resultados del trabajo, publicados en la revista revista 'Journal of Alzheimer's Disease', facilita una base a través del esquema de clasificación de tres etapas para proporcionar una base a partir de la cual se puedan construir futuras hipótesis e investigaciones sobre el SARS-Cov2 y el sistema nervioso.
Las tres etapas del daño cerebral
- En la primera etapa, el daño del virus se limita a las células epiteliales de la nariz y la boca y los principales síntomas incluyen la pérdida transitoria del olfato y el gusto.
- En la segunda, el virus desencadena un flujo de inflamación, llamado tormenta de citoquinas, que comienza en los pulmones y viaja por los vasos sanguíneos a través de todos los órganos del cuerpo. Esta tormenta de citoquinas lleva a la formación de coágulos de sangre que causan pequeños o grandes derrames en el cerebro.
- En la última, un nivel explosivo de tormenta de citoquinas daña la barrera hematoencefálica, la capa aislante protectora de los vasos sanguíneos del cerebro. Como resultado, el contenido de la sangre, los marcadores inflamatorios y las partículas de virus invaden el cerebro y los pacientes desarrollan convulsiones, confusión, coma o encefalopatía.
"Estamos aprendiendo que un número significativo de pacientes hospitalizados presentan varios grados de deterioro cerebral. Es necesario hacer un seguimiento a estos pacientes a lo largo del tiempo ya que algunos de ellos pueden desarrollar declive cognitivo, déficit de atención, niebla cerebral o enfermedad de Alzheimer en el futuro. Podemos hacer mucho para mejorar su salud, pero primero debemos entender la naturaleza y la gravedad de sus déficits neurológicos. A nivel de los pacientes, es imperativo que se les haga una resonancia magnética de referencia antes de salir del hospital para que tengamos un punto de partida para evaluarlos y tratarlos", explica Majid Fotuhi, director médico del Centro de Aptitud Cerebral NeuroGrow.
Seguimiento a largo plazo y pautas en el estilo de vida
De igual forma, el reputado experto señala que además de la resonancia magnética a la que se les debe someter en el hospital, los pacientes deberían ser controlados en unos pocos meses después de su hospitalización. "Nuestra experiencia con formas anteriores de coronavirus sugiere que a largo plazo los pacientes pueden desarrollar depresión, insomnio, enfermedad de Parkinson, pérdida de memoria o envejecimiento acelerado en el cerebro”, asegura Fotuhi.
"Para aquellos que se recuperan de la COVID-19, recomiendo ejercicio regular, comer una dieta saludable para el corazón, reducir el estrés y mejorar el sueño"
Por último, el investigador formado en Harvard, ofrece una serie de pautas para lo pacientes en pleno proceso de recuperación. “Para aquellos que se recuperan de la COVID-19, recomiendo ejercicio regular, comer una dieta saludable para el corazón, reducir el estrés y mejorar el sueño; estas son formas críticas en las que los pacientes pueden rejuvenecer su cerebro y minimizar el riesgo de sufrir problemas en el futuro", concluye Fotuhi.
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