Cancellara voló como una moto en Assen

“Los holandeses quieren que volvamos y lo haremos”. Javier Guillén pronunció estas palabras en 2009, después de un periplo de tres días por tierras neerlandesas, a los que añadió otra meta en Bélgica. Era su primera Vuelta a España como director general, con un importante desafío que culminó con éxito de público: 50.000 en la crono inaugural de Assen; 250.000 en la segunda jornada de Emmen, y otras 150.000 el lunes entre Zutphen y Venlo.

La Vuelta arrancó con una contrarreloj de 4,8 kilómetros en Assen, una catedral del motociclismo, el único circuito que ha permanecido en el calendario del Mundial de motos desde su estreno en 1949, a excepción del año 2020, debido a la pandemia. La victoria se la llevó Fabian Cancellara, lo más parecido que ha existido a una moto sobre una bicicleta, que rindió homenaje al templo del motor: “No he podido alcanzar las mismas velocidades que ellos, pero es bonito subirse al mismo podio que Valentino Rossi o Dani Pedrosa”.

Cancellara mantuvo el maillot esas cuatro jornadas foráneas, y lo cedió en la primera etapa española, en Vinaroz. Más allá del resultado deportivo, durante el viaje neerlandés se vivieron curiosas imágenes, con todas las localidades de paso teñidas de rojigualda, con una paella para 1.300 personas, con las campanas de Zut­phen tocando el himno español, con un puerto de sólo 15 metros en Vitteveen para poder otorgar el primer maillot de la montaña… Fue una fiesta.

Guillén cumplió su palabra y la Vuelta sale otra vez de Holanda, después de un aplazamiento por el virus. Lo hará desde Utrecht, que se convertirá así en la segunda ciudad que acoge metas de las tres grandes. La primera fue Lieja, que remató aquella excursión de 2009 con una victoria de Andrei Greipel. Utrecht ya estuvo en el Giro de 2010, con un triunfo al esprint de Tyler Farrar, y en el Tour de 2015, que inauguró Rohan Dennis con un vuelo cósmico contra el reloj a 55,446 km/h. Otra moto. Hoy se cierra el triángulo.