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VUELTA A ESPAÑA | ETAPA 9

Temerario Bennett

El irlandés ganó al esprint en Aguilar de Campoo, pero los jueces le descalificaron en favor de Ackermann tras cargar dos veces contra Liepens en plena volata.

Sam Bennett celebra una victoria que finalmente heredó Pascal Ackermann (con casco verde) por descalificación del irlandés.
Sam Bennett celebra una victoria que finalmente heredó Pascal Ackermann (con casco verde) por descalificación del irlandés.AFP / ANDER GILLENEA

Hace 34 años, un ilustre irlandés, Sean Kelly, ganaba en Palencia. En aquella misma edición acabó tercero en el podio, que convirtió en victoria en 1988. Un éxito que sumó a otras muchísimas conquistas en grandes clásicas y en carreras por etapas. Kelly es, quizá, el más grande ciclista que nunca ganó el Tour, con permiso de Rik van Looy. Este jueves, otro irlandés, Sam Bennett, levantó los brazos en tierras palentinas, en Aguilar de Campoo. Iba ser su segunda victoria en esta edición, tras la conquistada en Ejea de los Caballeros, y la cuarta en la Vuelta, tras las dos logradas el año pasado. Pero los jueces tomaron otra decisión. Bennett cometió la temeridad de cargar dos veces con su hombro izquierdo contra Emil Liepens, que le discutía la posición en plena volata, una reincidencia que le costó el triunfo en favor del segundo clasificado, Pascal Ackermann. El alemán del Bora se coronó así en una jornada en la que había rodado por los suelos. ¡Qué vueltas da a veces el deporte!

No fue la única celebración de la jornada. Primoz Roglic también festejó su 31 cumpleaños montado en bicicleta, en plena Vuelta a España, enfundado en el maillot verde y a 13 segundos del maillot rojo que luce Richard Carapaz. En condiciones normales hubiera hecho una fiesta con familiares y allegados en su Eslovenia natal, pero esta temporada no tiene nada de normal. Como mucho, Roglic se permitirá un brindis en el hotel, igual que hizo la noche anterior tras su triunfo en el Moncalvillo. La única celebración posible es con sus compañeros del Jumbo-Visma, o incluso con otros compañeros del pelotón, que le felicitaron con cortesía durante el trayecto, pero no le dejaron margen para más alegrías.

El Ineos le tapó la única pequeña entrada a una fiesta que existía en el recorrido, la bonificación del esprint de Herrera de Pisuerga, en el que Dylan van Baarle pasó en tercera posición, por detrás de los dos fugados, Aritz Bagües y Juan Felipe Osorio, dos aventureros del Caja Rural y el Burgos BH, siempre activos en escapadas imposibles, siempre agradecidos por sus invitaciones para la Vuelta. El bonus de Van Baarle fue de un único segundo, pero las distancias están tan estrechas entre su jefe y Roglic, que el reloj es de oro. Para darle un poco de emoción al cumpleaños, el esloveno sufrió después una avería, a poco más de diez kilómetros de la meta, pero, aunque la carrera ya estaba lanzada, nadie quiso cebarse con el infortunio, no era cuestión de aguarle el día. Un bonito regalo de aniversario.

Aguilar de Campoo nos transporta a uno de los mejores ejemplos sobre la importancia de cualquier pellizco al cronómetro. Aquí se crio, y aquí está enterrado, Alberto Fernández, alias el Galleta, que perdió la Vuelta de 1984 por sólo seis segundos ante Eric Caritoux. Aquella edición fue un enorme suceso en el país. Fernández no pudo ganar la carrera, pero sí conquistó el cariño de toda España, que en diciembre de aquel mismo año lloró su fallecimiento en un accidente de tráfico junto a su mujer, Inmaculada, cuando volvía de Madrid de recoger el premio al mejor ciclista de la temporada.

Fernández se quedó sin la Vuelta por seis segundos. Y Carapaz, de momento, sigue envuelto en el maillot rojo por 13. No hubo ninguna sorpresa en la general, como tampoco se espera que ocurran este viernes, camino de Suances. La pelea de gallos está prevista para el fin de semana en Asturias, en La Farrapona y el Angliru. Un terreno más propicio para medir por minutos.