Ewan domina al esprint en la víspera del primer final en alto
El australiano batió a Bennett en Sisteron y Alaphilippe sigue líder. Los actores cambiarán este martes en Orcières-Merlette, una subida que Ocaña hizo leyenda.
Caleb Ewan, el menudo velocista del Lotto, de 1,65, nacido hace 26 años en Sídney, hijo de madre coreana y de padre australiano, marcó otra muesca en su palmarés con su triunfo en la tercera etapa del Tour, en la meta de Sisteron, inédita hasta este lunes. El escurridizo Ewan salió de la nada, de la espalda de Sam Bennett, para remontar en el último golpe de riñón. Es su cuarta victoria en la grande francesa: las otras tres las conquistó el año pasado, entre ellas la prestigiosa llegada de los Campos Elíseos. El equipo belga se lleva así su primera alegría, después de las retiradas de Degenkolb y Gilbert en los dos días iniciales de carrera.
A las 16:00 horas, en punto, el directo oficial del Tour de Francia se aventuró a hacer un anuncio: “Ninguna opción de conservar el maillot a lunares para Benoît Cosnefroy’. La narración explicaba que el vigente líder de la Montaña estaba clasificado virtualmente a un punto de Anthony Pérez en ese momento, y como ya solo restaba un punto en juego, en el col de l’Orme, el ciclista del Cofidis iba a ser el nuevo rey de la clasificación, ocurriera lo que ocurriera, después de haber pasado en cabeza por dos puertos de tercera categoría de la jornada: Pilon y La Faye.
Cosnefroy y Pérez, que ya habían sido protagonistas el domingo, se habían vuelto a meter en la escapada del día para luchar por el maillot de la Montaña, donde partían empatados a 18 puntos, pero con el ciclista del Ag2R embutido en la túnica de puntos rojos. Anthony Pérez, el andaluz de Toulouse, nieto de jiennenses, se batió ferozmente y ya tenía en su mano ese sueño que escenificaba en las cuestas de Arjona en los veranos de su infancia. Iba a subir al podio del Tour de Francia.
Únicamente existía un supuesto que podía privarle de la gloria… Y se cumplió. Sólo seis minutos después, a las 16:06, el directo oficial volvió a informar: “Abandono de Pérez. El corredor del Cofidis que lideraba la clasificación de escaladores deja la ruta del Tour”. El francés de Arjona, o español de Toulouse, se había caído en un descenso, cuando rodaba a 58 km/h, y se había roto la clavícula izquierda. Eran las 16:09, sólo nueve minutos después de aquel anuncio, y Radio Tour rectificaba: “En el escenario evocado precedentemente, había una hipótesis segura que sí permitía a Cosnefroy mantener el maillot a lunares: la retirada de Anthony Pérez”. Y todavía pudo haber otro cambio más adelante, porque el propio Cosnefroy se cayó en una glorieta, a falta de cinco kilómetros, cuando el pelotón enfilaba el camino a la meta.
Queridos lectores, ante ustedes, la realidad descarnada del ciclismo. Una caída impidió este lunes a Pérez subir al podio, igual que una caída en el pirenaico Menté evitó que Luis Ocaña ganara el Tour de 1971 cuando lo tenía servido en bandeja. Y viene a colación porque la carrera llega este martes a Orcières-Merlette, la estación alpina donde otro hijo de emigrantes españoles, el conquense de Mont de Marsan, o el francés de Priego, había logrado la gesta de distanciar al temible Eddy Merckx a 8:42 minutos. Sólo un accidente podía privarle del éxito. Y lo tuvo.
En ese teatro de los Alpes volverán a cambiar los actores. Este lunes fue el turno de los esprinters, que ahora dejarán paso a los gallos de pelea, a los aspirantes a reinar en París. Julian Alaphilippe, que ya se mostró solvente el año pasado en la montaña, defiende el maillot amarillo. Entre los candidatos a arrebatárselo hay dos españoles que ya enseñaron sus garras en la última subida del domingo: Mikel Landa y Marc Soler. El Tour apunta hacia arriba.