Roglic se corona campeón con Valverde y Pogacar en el podio
El maillot rojo resistió en Gredos y culminará en Madrid su victoria en la Vuelta. Su compatriota logró su tercera victoria y desbancó a Quintana.
Primoz Roglic ya tiene su primera grande, tras resistir este sábado las últimas andanadas en la Sierra de Gredos. Falta un trámite, el paseo por Madrid, pero la Vuelta a España 2019 es suya. La batalla final ni siquiera disparó al maillot rojo, sino a ese podio de Cibeles que sí sufrió alteraciones. Tadej Pogacar desbancó a Nairo Quintana de la tercera plaza con un espectacular ataque que puso incluso en peligro el segundo peldaño de Alejandro Valverde, que subirá al cajón por séptima vez a sus 39 años, diez después de su triunfo en la ronda española.
Por la mañana, la salida de Arenas de San Pedro había desplazado unos nubarrones y había colocado otros en el cielo. Miguel Ángel López se acercó a Alejandro Valverde para disipar los efectos tormentosos del viernes, para pedirle disculpas por haber llamado “estúpido” al conjunto del Movistar por su ataque en Escalona tras la caída de Primoz Roglic y el propio Superman. No está claro que el murciano las haya aceptado. El propio equipo telefónico ya se había excusado también la noche anterior en las redes sociales, porque su intención no era masacrar a los heridos, o eso dicen. El maillot rojo, por cierto, no comentó ni pío sobre el conflicto. Siempre a lo suyo. Así que pelillos a la mar. O arrieritos somos. Y viva el ciclismo.
Con la firma de la paz, o no, arrancó la última etapa montañosa de la Vuelta, que anunciaba lluvia y tan sólo 16 kilómetros de llano en un recorrido de 190, un terrible sube y baja por la Sierra de Gredos, allá donde Bernard Hinault volteó la carrera con un zarpazo mítico en Serranillos en 1983, que hundió a Julián Gorospe. La salida fue rapidísima, porque el Astana se empeñó, sin éxito, en meter ciclistas por delante para un futuro ataque de Superman López, que quería exprimir sus últimas bazas de podio, quizá algo más. No hubo fuga con kazajos, ni tampoco con telefónicos, porque no quiso el Jumbo-Visma.
Los favoritos avanzaron bajo la lluvia, con el ajetreo de los chubasqueros como única amenaza, hasta que el Astana retomó la cabeza a falta de 70 kilómetros para la traca final, para cribar el grupo y castigar las piernas antes de la Peña Negra, el punto caliente del día, otra subida que también conoció a Hinault, que se coronaba a 35 kilómetros de la meta. Por allí no pasó en cabeza el líder del equipo kazajo, como era de esperar, sino Tadej Pogacar, ese muchacho esloveno de 20 años con prisa por comerse el mundo, que pegó un mordisco de 1:40 en la cima.
Valverde había saltado en su persecución en las rampas abulenses de ese penúltimo puerto, pero se arrepintió por el camino. El Movistar prefirió tomar las riendas de la caza en el grupo, para salvar el doble podio del murciano y Nairo Quintana. Lo consiguió a medias. Roglic, mientras tanto, se dejaba llevar. Esto no va conmigo. En la última semana de las grandes rondas suelen pasar estas cosas, que los intereses por el podio y el top-10 llevan al líder a la sillita la reina.
A falta de siete kilómetros, ya en la Plataforma de Gredos, con la diferencia mantenida en torno al minuto y medio, el equipo dejó de trabajar. Ya era el momento de los gallos. Valverde arrancó para salvar la segunda plaza, con el pinganillo bloqueado y la única referencia del público, y el maillot rojo le siguió sin presión. Por detrás sufrían los colombianos: López y Quintana. Pero nada de lo que sucedía entre ellos iba a cambiar el escenario, porque la suerte estaba echada: Pogacar sumaba su tercera victoria en la Vuelta y Roglic se coronará este domingo en Madrid a los 29 años, con el Tour en el horizonte. Fue el broche a una Vuelta eslovena. Y también murciana.