El mítico zarpazo de Bernard Hinault en la Sierra de Gredos
La Sierra de Gredos nos trasporta a la Vuelta a España de 1983, para muchos la mejor de la historia, y al mítico zarpazo de Bernard Hinault para sentenciar.
La Sierra de Gredos nos trasporta, ineludiblemente, a la Vuelta a España de 1983, para muchos la mejor de la historia, y al mítico zarpazo de Bernard Hinault que sentenció la carrera.
En la salida de aquella edición había cierto temor de que se convirtiera en un paseo de Hinault, que ya había ganado cuatro veces el Tour, dos el Giro y una la Vuelta. Eso no ocurrió. Al contrario, El Tejón sufrió ante la competencia de los ciclistas españoles. Hasta cuatro de ellos lucieron el maillot amarillo: Marino Lejarreta, Julián Gorospe, Alberto Fernández y Álvaro Pino.
Gorospe vestía la prenda en esa antepenúltima etapa, que iba a conducir al pelotón de Salamanca a Ávila durante 216 kilómetros a través de los puertos de Peña Negra (1ª), Pico (3ª), Serranillos (1ª) y Paramera (2ª).
El campeón mundial, Giuseppe Saronni, encabezó la primera subida, lo que tampoco extrañó mucho porque ya había echado una mano a Hinault en otras ocasiones, lo que generó una gran polémica y una enorme hostilidad del público hacia el bretón, después de que Javier Mínguez, director del Zor, acusara a ambos de correr compinchados.
En Serranillos, Laurent Fignon aceleró el ritmo para su jefe, que lanzó un ataque brutal. Inicialmente sólo pudieron seguirle Marino y Gorospe, pero este se desfondó hasta tal punto que en la meta cedió 20:40 minutos.
Hinault se impuso a Lejarreta y Belda en Ávila, con diferencias definitivas y con una dedicatoria especial a Mínguez: "Hay que hablar en la carretera". En Madrid compartió el podio con Marino (a 1:12) y Fernández (a 3:58). Tanto le costó ganar esa Vuelta que acabó con una tendinitis en una rodilla que condenó su participación en el Tour.