Simon Yates se defiende al ataque y ya acaricia la Vuelta
El inglés distanció a 1:38 a Valverde, que tuvo un mal día, y Enric Mas perdió su plaza de podio ante Kruijswijk. El triunfo se lo llevó Pinot en La Rabassa.
La mejor defensa es un buen ataque. Simon Yates aplicó el dicho en las rampas de La Rabassa y dejó prácticamente sentenciada la Vuelta a España 2018, a falta de la gran etapa andorrana de este sábado: seis puertos concentrados en 97 kilómetros. Por respeto al historial épico del ciclismo, tendremos que pensar que todavía hay terreno para un vuelco a la clasificación. Pero es poco probable. El británico, que entró segundo, distanció a 1:38 a Alejandro Valverde, que ofreció malas sensaciones en la única subida de la jornada. La altitud (2.025 metros) siempre le ha quebrado.
La hecatombe española no paró ahí, porque Steven Kruijswijk arrebató también la tercera plaza del podio a un dubitativo Enric Mas, que primero se pegó al murciano y después a Miguel Ángel López, su rival como mejor joven, mientras que el maillot rojo y el cajón de Madrid se le estaban marchando por delante.
El triunfo se lo llevó Thibaut Pinot, que logra su segunda victoria tras la conquistada el pasado domingo en los Lagos de Covadonga. Seguramente todavía tenga pesadillas con ese tiempo de 1:44 que se dejó en un abanico en San Javier y que le ha impedido pujar por la general. Aunque también se puede ver desde otra perspectiva: esa pérdida le ha permitido más libertad de movimientos para lucir en la montaña.
El miércoles habíamos celebrado como un enorme éxito esos ocho segundos que Valverde y Mas le picaron a Yates en el Monte Oiz. Cada mordisquito sabe rico, pero una vez pasada la euforia inicial, ya en frío, fue fácil comprobar que ese tiempo es menor al que se puede conseguir en la meta como ganador de la etapa. Cuando estás luchando por la Vuelta en un puñado de segundos, los bonus desempeñan una relevante función. El Movistar lo sabía. Por eso en esta 19ª etapa unipuerto no quiso que prosperara ninguna alegría. No hubo generosidad para los escapados, porque la victoria, y el tiempo extra, se la iban a jugar los gallos cara a cara.
Las ganas de pelea del equipo telefónico dieron un buen susto al maillot rojo incluso antes de llegar a la subida final de La Rabassa. A 35 kilómetros de la meta, el Movistar vio que Simon Yates rodaba en posiciones traseras del pelotón, puso todas sus piezas en cabeza y provocó un abanico. En el grupo delantero entró Enric Mas, no el líder. Hubo momentos de incertidumbre, pero atrás quedaba todavía mucha gente, muchos intereses y una buena organización.
Ya en La Rabassa, el equipo español lanzó por delante a Nairo Quintana a 10 kilómetros de la cima, en una maniobra que tenía como finalidad desgastar al Mitchelton y aislar al maillot rojo, pero el tiro salió por la culata, porque sucedió todo lo contrario. Simon Yates atacó, enlazó con el colombiano y con sus colegas de fuga, Steven Kruijswijk y Thibaut Pinot, y dejó a Valverde en pañales. Quintana tuvo que descolgarse para ayudar al murciano, pero no aportó mucho en el pulso, porque andaba un poco tieso y, para colmo, también sufrió una avería. En lugar de aguantar tapaditos junto al líder, a la espera de jugarse la etapa al final, el Movistar eligió mover el árbol y los frutos le cayeron encima de la cabeza.