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LA RUTA DEL TOUR

El extenuante viaje de ‘El Cojo’ de Bilbao a París

Vicente Blanco siempre aseguró que había llegado a Roubaix, pero no figura en ninguna clasificación. Si lo hizo, entró fuera de control.

El extenuante viaje de ‘El Cojo’ de Bilbao a París
DIARIO AS

Vicente Blanco ‘El Cojo’ siempre aseguró que había llegado a Roubaix, pero no figura en ninguna clasificación. Si lo hizo, entró fuera de control. Era la primera etapa del Tour de 1910, que partió de París, sobre 272 kilómetros. Y eso duró la participación de quien, durante casi un siglo, se creyó que había sido el primer español.

Una investigación de la revista belga Coup de Pédales (Pedaladas) reveló en 2003, con motivo del Centenario del Tour, que un aragonés residente en Francia lo había corrido un año antes. Se llamaba José María Javierre, pero se inscribió con su nombre afrancesado: Josep Habierre. En 1909 se clasificó 17º y en 1910 acabó 24º.

Ese último año coincidieron Javierre y Blanco, pero no consta que se conocieran. Tampoco tuvo mucho tiempo El Cojo, que se retiró extenuado. El vasco tenía la costumbre de viajar a todas las carreras en bicicleta. Y no la cambió para el Tour. Echó en un zurrón algo de comida, unas monedas y ningún repuesto, y cubrió los más de 900 kilómetros que separan Bilbao de París. Llegó un día antes: el 2 de julio. Allí acudió a la fábrica de Alcyon, donde trabajaba un mecánico español, Joaquín Rubio, que le facilitó una bicicleta nueva y le acompañó a apuntarse con el dorsal 155 en la categoría de isolés. Solo y sin equipo.

En unas versiones explicó que su hundimiento se debió al estado de las estrechas carreteras francesas: con baches, piedras, polvo... En otras habla de averías y caídas... Y hasta de la mejor alimentación de sus rivales. El caso es que Blanco tuvo que volver a casa antes de lo previsto. Su participación, eso sí, no pasó inadvertida para el diario organizador, L’Auto, que le dedicó unas líneas: “El campeón español, representante único de la península ibérica, Vicente Blanco, no ha aguantado mucho. ¡Y yo que le esperaba en los Pirineos!”.