Giannis arruina la noche de LaMelo y los Bucks asustan
Tiro ganador para Giannis, que, con un partidazo, dejó en nada la mejor noche de LaMelo (36 puntos). Octava victoria seguida para los Bucks, que hacen temblar a la NBA.
Partido en la cumbre. Milwaukee ha sido testigo de un duelo en el Este que dará mucho que hablar. El mejor partido de LaMelo fue arruinado por un Giannis que es el capitán general de la mejor Liga del mundo. Los Bucks, vigentes campeones, suman su octava victoria consecutiva y empiezan a emerger como el equipo que siempre han sido. Los insansables, resilientes, resistentes y magníficos Bucks, ese equipo que sobrevivió a las críticas y a unos playoffs de infarto, remontó un 0-2 en las Finales y conquistó el primer anillo en 50 años. Medio siglo de espera para un mercado pequeño, pero una ciudad que entiende el baloncesto. Y la victoria ante los Hornets es también la evolución de un grupo que ha podido con todo, a otro que sabe que es ganador y actúa en consecuencia. Que ha dejado atrás la desesperación y la necesidad de urgencia para dar paso a ese complejo de superioridad que se apodera de quién ha ganado un campeonato. Una sensación necesaria para ganar y de la que hicieron gala en los últimos playoffs. Desde el séptimo partido de las semifinales de Conferencia ante los Nets, hasta el grito de "Bucks in six" cuando iban 0-2 abajo. Inmortales.
Giannis es hoy un jugador totalmente distinto al que vimos en la burbuja. Ya lo fue en los últimos playoffs. La opinión pública, ese lugar en el que se ganan y se pierden las batallas que deciden las guerras, le sentención con apenas 24 años: que no sabía jugar, que no sabía pasar, que era un robot y que no tenía fundamentos. Todo eso se le dijo a un jugador que ahora, con 27 (los cumple el 6 de diciembre), es la referencia de una NBA que no espera a nadie ni le esperó a él, pero que ha conquistado con tesón y esfuerzo, ignorando las críticas a la par que su entrenador, el superviviente Mike Budenholzer, conquistando MVPs (dos de la temporada y uno de las Finales), el premio al Mejor Defensor y un sinfín de récords que no harán más que aumentar debido a su precocidad y el proyecto asentado con el que cuentan los Bucks, que le tienen atado de por vida gracias a esos 228,2 millones en cinco temporadas que firmó unos meses antes de ganar el anillo. El mayor contrato de la historia para uno de los mejores jugadores de la historia. Ya lo es.
El ambiente del Fiserv Forum era de playoffs. Un toma y daca constante, todo el mundo en pie, banquillos gritando y aficionados jaleando. Los Hornets, un equipo que está en un lugar más bajo el que prometía a inicios de curso (13-11, novenos tras los Celtics y con los Knicks, décimos, acechando), llegaban empeñados en hacerse con la victoria: 41-25 en el primer cuarto, una salida similar a la de un cohete que se fraguó con un acierto supremo, traducido en 10 triples en 17 intentos (21 de 51 al final del choque). Los Bucks reaccionaron paulatinamente, se llevaron el segundo y el tercer periodo, ajustaron lo justo en defensa y entraron a los últimos 12 minutos 2 arriba: 97-95. Y dos arriba quedaron después de un último cuarto de infarto en el que pasó de todo, hubo de todo y se llevó el partido el gigante sobre el pequeño, ese equipo que quiere ser el futuro pero todavía no puede con un presente que se alargará lo que Giannis quiera. Para eso es una leyenda.
El final fue taquicárdico: dos tiros libres de Gordon Hayward ponían por delante a los Hornets (120-118) dentro de los tres últimos minutos. Giannis Antetokounmpo empata y Mile Bridges da, de nuevo, ventaja a los visitantes. Y a partir de aquí, la locura: triple de Khris Middleton, que con dos tiros libres da tres puntos de ventaja a los Bucks (125-122). Empata LaMelo Ball tras tiempo muerto de James Borrego. Lo para Budenholzer y Giannis anota una espectacular bandeja que acaba siendo el tiro ganador. Pero muy cerca estuvo de no serlo: con 2 segundos para el final, Bridges lanzó desde el centro del campo y la bola hizo la corbata en la canasta. Muy cerca estuvo la machada y una recta final llena de ingentes y maravillosos highlights. La afición explotaba enfebrecida, Giannis saludaba deportivamente a LaMelo y se cambiaba las camisetas con él y todo quedaba en el recuerdo de una nueva noche de regular season que se perderá en las memorias. Pero un duelo que podremos volver a ver en playoffs y que será diferencial para analizar el hambre de los Hornets y la capacidad de aguantarlo todo de los Bucks.
En los Bucks (cuartos con 14-8, mismo récord que Bulls y Wizards, terceros y segundos respectivamente) el héroe fue, claro, Giannis Antetokounmpo: 40 puntos (15 de 24 en tiros), 12 rebotes y 9 asistencias, aunque 6 pérdidas. Hasta siete jugadores de los Bucks llegaron a dobles dígitos, con Middleton, 21+6+5, de eterno lugarteniente. Debutó, por cierto, DeMarcus Cousins, el flamante fichaje del equipo de Milwaukee: lo hizo con 7 puntos, 4 rebotes y un gran triple desde la esquina que despertó los aplausos de una afición entregada a su reaparición y a la historia de un hombre cuyo historial de lesiones es solo comparable a su increíble talento. En los Hornets, LaMelo batió su marca anotadora, con 36 puntos (12 de 22 en tiros de campo y 8 de 15 en triples) y añadió 5 rebotes y 9 asistencias, aunque, como Giannis, estuvo inseguro con el balón y perdió hasta 7 balones. Los 25 puntos de Kelly Oubre Jr., los 22 de Bridges y los 18 (con 5 asistencias) de Gordon Hayward completaron la buena actuación de un equipo que se va sin premio. Pero sienta un precedente: el de desafiar al campeón. Los Hornets tienen talento, eso seguro. Solo falta por ver qué van a hacer con él. Veremos.