Fórmula Doncic: las batallas con el Madrid, el genio de Carlisle, los 'kilos de más' y un talento único
Luka Doncic arrasa en la NBA con solo 21 años. Rompe algunos tabús sobre los jugadores europeos y sobre su perfil físico y trabaja a las órdenes de un entrenador extraordinario.
Luka Doncic debutó en los playoffs de la NBA con 21 años y 171 días. Y, ya se sabe, batió el récord de puntos en un estreno en las eliminatorias: 42. Con los 28 del segundo partido, fue el primer jugador en llegar a 70 en sus dos primeras actuaciones desde los 75 de George Mikan en la prehistoria (1949). En el siguiente (13+10+10) se lesionó, pero le dio tiempo a ser el tercero más joven (tras Magic Johnson y LeBron James) en firmar un triple-doble en playoffs. Y en el cuarto llegó la apoteosis, un partido que ya forma parte de la historia moderna de la lucha por el título: 43 puntos, 17 rebotes y 13 asistencias. Con un tobillo bajo mínimos, sin Kristaps Porzingis, tras remontar 21 puntos y con el triple ganador sobre la bocina de la prórroga. ¿Hollywoodiense? Sí. Y también un día más en la vida de Luka Doncic.
Doncic promedia en playoffs 31,5 puntos, 10,5 rebotes y 9,8 asistencias. Con casi un 52% en tiros, un 38% en triples y un mejorable 69% en tiros libres. Su true shooting percentage, un dato que pondera todos los lanzamientos realizados, supera el 62%. Una cifra excelente para un jugador que acapara el 37% de las posesiones de su equipo, que facilita con sus pases el 46% de las canastas de sus compañeros cuando está en pista y que captura, números de pívot, el 16% de los rebotes que tiene a tiro. Porzingis, un 2,21, está en un 15%. El esloveno ha firmado además dos de los tres triples-dobles que se han visto en estos playoffs de la burbuja (el otro es de LeBron James) y tiene a los Clippers, uno de los estruendosos favoritos al anillo, en un peligroso 2-2. Asustados. La sorpresa, si los Mavericks la consumaran, sería tremenda. En eficiencia (PER), es el octavo de los playoffs (29,6). También es el tercero en puntos y asistencias y el séptimo en rebotes.
Nada de esto, claro, es casual. En dos temporadas en la NBA, Doncic tiene ya el premio de Rookie del Año y la primera designación (de muchísimas que vendrán) para el All Star Game. Si todo transcurre con normalidad, estará también en el Mejor Quinteto de la temporada y ha entrado entre los tres finalistas a Jugador Más Mejorado. Como rookie firmó 21,2 puntos, 7,8 rebotes y 6 asistencias por partido. Esos números han saltado en su segunda temporada a 28,8, 9,4 y 8,8. Se puede convenir, aunque sea un tópico, que ni los más optimistas, los que veían en Doncic a una estrella de la NBA, esperaban un rendimiento semejante en solo dos temporadas. Ya es, sencillamente, uno de los mejores jugadores de la NBA.
Talento en el equipo perfecto para expresarlo
Hay muchas razones, pero la principal es el talento, innato y extraordinario, de un jugador al que le va como un guante el ritmo y el estilo de juego de la NBA actual. Ahora mismo, la Liga estadounidense está dominada por los guards (bases y escoltas) dinámicos y con tiro exterior. Apenas se juega en el poste, los pívots se abren para lanzar de tres y la circulación y creación de espacios es la clave de una forma de atacar que (con sus detractores) genera números de videojuego. Los Mavericks 2019-20, los de Doncic, han tenido el mejor rating ofensivo (número de puntos por cada 100 posesiones, el carbono 14 de la eficiencia en ataque) de la historia: 116,1, o 1,16 puntos por posesión, si se prefiere así. Los Warriors 2018-19 (Stephen Curry, Kevin Durant, Klay Thompson…) habían puesto el tope en 115.
Doncic fue elegido con el número 3 del draft de 2018. No tener pedigrí universitario (un asunto que cada vez es menos tabú pero que lo sigue siendo para algunos) le penalizó. También un perfil físico poco explosivo. Los Suns (eligieron al pívot DeAndre Ayton) los Kings (el ala-pívot Marvin Bagley) dejaron pasar al esloveno, los primeros con el entrenador que le había dirigido en el oro del Eurobasket 2017, Igor Kokoskov. Los segundos con unas oficinas gobernadas por un balcánico, Vlade Divac. Los Hawks lo seleccionaron con el número 3, pero lo mandaron a Dallas, que dio a cambio a Trae Young (el número 5) y una primera ronda (fue el número 10) de 2019. Los Mavericks tienen a Doncic como eje obvio de la era post Dirk Nowitzki, y contaban con (una bendición para un recién llegado como el esloveno) uno de los mejores entrenadores de la NBA: Rick Carlisle.
Carlisle jugó en los Celtics de Larry Bird, ya fue Entrenador del Año en 2002 y llevó a los Mavs a su único título en 2011, con una exhibición prodigiosa de pizarra ante los terroríficos Heat de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh. Durante esta temporada, ha ido moviendo piezas alrededor de Luka Doncic y Kristaps Porzingis, la nueva pareja de estrellas y dos europeos de 21 y 25 años. Sobre todo de Doncic: se trataba de maximizar sus condiciones, de hacer un equipo para él y no al contrario. De no encorsetar un talento diferente. El primer plan pasaba por poner a su lado en el backcourt (juego exterior) a Delon Wright, un guard defensivo para hacerle el trabajo sucio. Pero el ataque se resentía ya que Wright no es un buen tirador. Y Carlisle hizo lo obvio: si iba a crear un sistema para que Doncic generara tiros liberados para sus compañeros, estos tenían que ser capaces de meterlos. Así, Tim Hardaway Jr pasó a ser titular y encajó perfectamente con un Doncic que cada vez tira más de tres (en estos playoffs el 35% de sus tiros) y lo hace, además, desde cada vez más lejos. Seth Curry, el hermanísimo de Stephen, también se convirtió en esencial por su capacidad como tirador. Y Porzingis pasó de jugar al poste a hacerlo cada vez más abierto, amenazando desde el exterior. De generar sus tiros a acabar jugadas. De chocar contra defensores más fuertes que él a tirar por encima de rivales más pequeños. Con Dorian Finney-Smith como obrero en defensa, generalmente encargado de la estrella rival, y unos secundarios con roles muy definidos (el gigante Marjanovic, el inteligente Kleger, Wright, el lesionado Powell, Burke…) los Mavericks se desataron a partir de Navidad como un ataque de eficiencia histórica. Y con un obvio rey sol: Doncic.
La visión de juego de los privilegiados
Porque una de las virtudes decisivas del ex del Real Madrid, desde luego, y no la que más suele brillar en los highlights, es su capacidad para ver las jugadas antes que el resto de jugadores, para encontrar al compañero liberado, para dar pases en ángulos que solo encuentran y aprovechan los privilegiados. Carlisle lo sabe, lo utiliza y compara a Doncic con Larry Bird (con el que jugó) y Jason Kidd (al que entrenó). El sistema de los Mavs es un spread pick and roll (un jugador conduce, otro bloquea, tres se colocan más allá de la línea de tres) que abre mucho la pista y genera superioridades a partir de las jugadas de bloqueo y continuación que dirige Doncic. Un estilo que le va como anillo al dedo y que coloca a los atacantes en posiciones cada vez más abiertas. En septiembre, cuando llegaron al training camp de pretemporada, los jugadores de los Mavs encontraron una teórica línea de cuatro puntos marcada con cinta más allá de la de tres. El espacio era la nueva obsesión, lo es para casi todos los equipos competitivos en la actual NBA: espacio, espacio y más espacio.
Años de batallas ante de aterrizar en EE UU
La experiencia, desde luego, es un grado. Doncic ha jugado tres partidos de playoffs NBA en 2020… pero debutó en los de la Liga ACB en mayo de 2015, con 16 años. Antes, el 30 de abril, había hecho su debut oficial con el primer equipo del Real Madrid. Fue el más joven en hacerlo en la historia de un club con el que, hasta su salto a Texas en 2018, ganó una Euroliga, tres Ligas y 2 Copas. Fue MVP de ACB y MVP de la fase regular y la final four de la Euroliga (todo en 2018). Nadie había sido tan joven el mejor de la máxima competición continental. Un año antes, con 18, fue campeón de Europa con Eslovenia y entró en el Mejor Quinteto del Eurobasket. Básicamente llegó a la NBA con un currículum ya histórico… y todavía 19 años. Después de sus batallas contra CSKA, Fenerbahçe, Baskonia o Barça, Doncic cruzaba el Atlántico con un bagaje y una dureza competitiva que muchos jugadores universitarios todavía están lejos de adquirir.
Un fisico con más ventajas que lastres
Así que el esloveno derribó ese tabú del jugador europeo, pero también el de su físico. Y este existe: solo hay que recordar que durante el confinamiento volvió a rumorearse, a partir de unas declaraciones descontextualizadas de su preparador personal, que estaba fuera de forma y pasado de peso. Doncic es base de 2,01 y 105 kilos, un linebacker de football americano en el cuerpo de un playmaker de la NBA, según palabras de un (anónimo) entrenador de la Conferencia Oeste. “Está bien ser grueso”, titulaba SB Nation un artículo sobre el perfil físico de Doncic, cómo estaba derribando una falsa creencia sobre su forma de jugar y cómo sacaba provecho, y no al contrario, de su cuerpo. Muy fuerte en penetración, más grande que muchos de sus defensores, capaz de llevar el partido a su ritmo y no al contrario y con reflejos mentales de genio que preceden a los movimientos de sus pies. Todavía con mucho que mejorar como defensor, Carlisle lo esconde de las estrellas rivales y consigue que, como mínimo, no suponga un factor negativo… a la vista de su tremendo despliegue ofensivo. Con su físico, Doncic absorbe golpes, juega cerca del aro, rebotea, pasa desde muy arriba y, en definitiva, derriba tabús y se asienta como uno de los mejores jugadores de la NBA. En la temporada 2019-20 y por muchos, muchísimos años. No puede ser de otra manera.