El movimiento Black Lives Matter ha tenido una gran influencia, en una pequeña parte, gracias al posicionamiento de deportistas conocidos en Estados Unidos. La NBA, en eso, siempre ha tomado parte y esta vez no ha sido distinto. LeBron James, Malcolm Brogdon, Jaylen Brown y muchos más han actuado para concienciar del racismo todavía latente en el país norteamericano tras el asesinato de George Floyd en Mineápolis, incluso otros como Avery Bradley se han bajado de la reanudación propuesta por la liga de baloncesto para seguir combatiendo a pie de calle. 

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La tensión producida en una parte de los jugadores por el uso negativo que pueda tener el regreso de la NBA en Disney World (Orlando) como contraposición a las manifestaciones raciales ha hecho que la Liga lo plantee como un tema troncal. Se establecerán medidas especiales. La primera, una avanzadilla en la que convergen este tema y el sanitario: retocar el código de vestimenta, tan estricto en la NBA. Pero, como ya avanza el periodista Shams Charania (The Athletic), Adam Silver y el resto de directivos de alto rango están planteando junto a Nike, la marca que vestirá a los 22 equipos que irán a la burbuja de Florida, una idea todavía más innovadora para llamar más la atención sobre este problema. Se está negociando la posibilidad de que los jugadores cambien el apellido de sus camisetas, el único apelativo que pueden llevar junto al dorsal ya que el nombre de pila o un apodo no están permitidos, por un lema -a elección de cada uno- con el que apoyar la justicia social. El sindicato de jugadores es el principal impulsor de la idea y ya ha informado a los mismos del progreso de este trato.

La propuesta es muy parecida a la que ya ha puesto en marcha la liga inglesa de fútbol, la Premier League, en algunos de sus partidos, en los que los jugadores de equipos como el Liverpool, el Everton o el Tottenham han utilizado Black Lives Matter en el espacio de las camisetas que habitualmente se destina a los nombres.