Iguodala y las dudas de los Heat
La llegada del alero no está teniendo el efecto deseado y los Heat se han hundido en una vorágine de malos resulados y viven su peor momento de la temporada.
Pat Riley vio una oportunidad y fue a por ella. Nadie iba a decirle nada. Al fin y al cabo, se trataba de una de las mentes más brillantes de la historia del baloncesto. Aquel hombre que creó, con su pelo impecablemente peinado, un estilo refinado y trajes tan caros como las ciudades en las que ha desarrollado su talento, un estilo de juego como el Showtime y los cuatro anillos que ganó en Los Ángeles para irse luego a Nueva York, otra de las cunas del baloncesto, y pelear por el anillo ante el mismísimo Michael Jordan, se merece el respeto de todo y de todos. Sobre todo en Miami, ciudad que puso en el mapa junto a Alonzo Mourning a finales de los 90, con la que ganó el anillo del 2006 y la que controló después en los despachos, donde ha demostrado que es un superdotado de un deporte que es imposible de entender sin su eterna (y eternizada) figura.
Sin embargo, las prisas no son buenas consejeras y los Heat pueden haberse precipitado a la hora de realizar su fichaje estrella, el de Andre Iguodala. Al menos, dentro del sainete que fue el caso del alero, que se negó a jugar con los Grizzlies desde el principio de campaña, después de que los Warriors se vieran obligados a hacer hueco al contrato de D'Angelo Russell (ahora en los Wolves) y mandaran al MVP de las Finales del 2015 a un destino en el que no quería recalar. En pleno 2020, dentro de la era de los jugadores empoderados, Iguodala consiguió lo que buscaba y fue desde su llegada a Memphis un atractivo innegable para el resto de equipos. Sobre todo para la ciudad de Los Ángeles, en plena guerra civil por la efervescencia causada por la llegada de LeBron en 2018 y Kawhi en 2019 y el reinicio, o más bien el inicio, de una rivalidad que nunca ha existido entre dos franquicias que, aparte de ciudad y estadio, no comparten nada. Y si hablamos de historia, menos todavía.
Agazapados, los Heat se colaron entre ambos equipos angelinos, sin opciones por margen salarial y activos a los que traspasar para hacerse con Iguodala, y se hicieron con la estrella. O lo que quedaba de ella, pensarán algunos. Su llegada fue celebrada como un éxito, pero no tanto la apliación que firmó nada más aterrizar en Florida y con la que percibiría 30 millones en las dos próximas temporadas, la última de ellas opción de equipo. Un movimiento extraño de Riley, siempre tan meticuloso, que recompensó en exceso a un baloncestista que llevaba sin jugar desde el 13 de junio del 2019 (sexto partido de las Finales ante los Raptors), había disputado poco más de 23 minutos por noche en su última campaña y contaba con una reputación cuestionada debido a la negativa a jugar con un equipo que sigue en puestos de playoffs de forma tan inopinada como merecida. Y que es (muy) probable que se caiga de ese octavo puesto, pero que bien podría haberlo mantenido si hubieran contado con Iguodala.
Las suposiciones ahora son tan irrisisorias como inservibles. La realidad es que Iguodala ha llegado a los Heat y estos suman 5 derrotas en los 7 partidos en los que han contado con él. Y que nadie lea lo que no está escrito. Ni ha convertido a los Heat en un desastre ni ha desmadejado a un equipo que a principios de mes iba en segunda posición del Este y ahora está en la cuarta y con serias opciones de caer en la quinta o incluso a la sexta, que ocupan Sixers y Pacers respectivamente. Por un lado, el mensaje tranquilizador está claro y queda tiempo para ajustar piezas de cara a unos playoffs que están asegurados. Por otro, la ventaja de campo apunta a ser esencial (una vez más) en una conferencia en la que jugar el último partido en casa puede discernir el resultado de una eliminatoria.
El efecto Iguodala
Con el fichaje de Iguodala, los Heat esperaban (y todavía) esperan dar un paso adelante, sobre todo en playoffs. La veteranía y la experiencia es un grado y será un apoyo a Butler a la hora de sacar lo mejor de jugadores jóvenes como Kendrick Nunn, Bam Adebayo o Duncan Robinson. Sin embargo, ese papel ya lo cumplían el propio Butler y un Udonis Haslem con pocos minutos pero muchas tablas, una mochila cargada de buenos consejos y tres anillos a sus espaldas.
Por lo tanto, su llegada era para aportar en la parte deportiva, por mucho que en momentos puntuales pueda dar apoyo en lo moral. Y, si tenemos en cuenta que va a cobrar 17 millones esta temporada y que ha fimado una extensión de dos años y 30 millones de dólares, este argumento cobra más fuerza. No se trata precisamente de un mínimo de veterano. La idea de Riley y Spoelstra es que Iguodala ayudara desde el banquillo, que sumara unos minutos proporcionales a los que tenía en Golden State y cumpliera funciones concretas que le han convertido en una de las piezas más útiles en los playoffs: buena defensa en posicional y en el uno contra uno, aprovechando sus brazos largos, organizando al equipo y liberando a los compañeros con más peso en ataque (en este caso, Butler), de responsabilidades en el otro lado de la pista. Emparejamientos como el que puede llegar a tener con Pascal Siakam, Jayson Tatum, Jaylen Brown o incluso en momentos concretos Ben Simmons o Víctor Oladipo, pueden ser esenciales para el devenir de una serie de la fase final. También contra Antetokounmpo, por supuesto, en unos Bucks que siguen siendo favoritísimos y estando en lo más alto de todas las apuestas. Si esto lo completa anotando triples liberados (del 2014 al 2017 superó el 35% en tiros de 3) los Heat tendrían lo que necesitan de él.
Las cosas (de momento, insistimos) no están saliendo como se preveía en un inicio. El net rating se desploma con Iguodala en pista (-8 por el +7 de cuando descansa), el raking ofensivo empeora de una manera exponencial (de 113,5 a 104,6), el de los rivales mejora (de 109 a 116) y el rating defensivo, esa intangible con la que ha forjado su reputación, pasa del 111 al 114 cuando se encuentra con sus compañeros. El alero presenta el peor +/- de toda su carrera (-5,4) y ha acabado el equipo ha acabado en negativo con él en pista en los cinco últimos partidos, incluido un bochornoso -33 ante los Hawks. Además, todas las derrotas de Miami han sido contra equipos fuera de los playoffs, mientras que las victorias tampoco tienen especial mérito (Warriors y Cleveland). De hecho, en el último encuentro ante los Wolves llegaron a tener ventajas superiores a los 20 puntos y acabaron cayendo ante un equipo que no ganaba fuera de casa desde hacía 52 días.
También los jugadores parecen empeorar en presencia de su nuevo compañero, y han reducido sus prestaciones en los últimos partidos, sobre todo en los porcentajes de tiro. Kendrick Nunn, ese jugador no drafteado que se ha convertido en una de las sensaciones de la temporada, estaba en casi 16 puntos por noche con un 45% en tiros de campo y un 35% en triples. Ahora está en poco más de 15 y con evidentes problemas en el tiro (39 y 30% respectivamente). Duncan Robinson ha pasado de un 44% en triples a un 40 y Bam Adebayo de un 58% en tiros de campo a un 50. No son datos especialmente resultativos y van acorde al bajón que ha dado la plantilla desde finales de 2019 y, sobre todo, a partir de febrero (4-7, único mes en negativo desde inicios de temporada).
La eterna duda
Hay varias dudas no resueltas en torno al fichaje de Iguodala por los Heat. Hay que tener en cuenta que Jimmy Butler ha estado fuera en 3 de los 7 partidos que ha disputado Iguodala y que todavía no se pueden sacar conclusiones del tándem que pueden formar ni de los repartos en defensa que harán en los playoffs. También está fuera de la rotación Tyler Herro, fuera desde el partido ante los Sixers y que no ha coincidido aún con Iguodala. Cuando todo esto se aclare, se verá realmente el papel del nuevo fichaje en el equipo y, sobre todo, a quién quitará minutos ¿Será Herro el perjudicado? ¿O Duncan Robinson, que estaba jugando de teórico 3?. Dragic parece recuperado de los problemas físicos de principio de año y los Heat tienen una plantilla con muchos bajitos para jugar de bases o escoltas, pero ningún alero puro excepto Iguodala y Jae Crowder, que llegó con él procedente de los Grizzlies y que también se está adaptando a la plantilla.
Con todas las cartas sobre la mesa, otra cosa que falta por saber es si Iguodala actuará de 3 o de 4 en el esquema de Spoelstra. Puede jugar perfectamente de ala-pívot, en un esquema parecido al de los Warriors en el que Olynyk sería el sacrificado y Adebayo ocuparía el puesto de pívot. También hay dudas sobre qué papel tendrá en el ataque y si no está lo suficientemente oxidado (recordemos que tiene 36 años) como para defender a los grandes nombres del Este, Antetokounmpo a la cabeza. Minutos va a tener y su valía se demuestra en playoffs, pero debe dar un paso adelante para suplir una plaza muy solicitada y clave en una conferencia con grandes nombres en la posición de alero por mucho que LeBron y Kawhi hayan puesto rumbo a climas más cálidos en las dos últimas campañas.
Sin embargo, hay una duda por encima de todas ellas. los Heat son un proyecto que todavía no está maduro y se encuentra en su fase inicial. La precocidad, directamente proporcional al talento, de sus jugadores, hace vislumbrar un futuro prometedos en Florida. Pero parece demasiado pronto para contar con el anillo. La mayoría de la plantilla va a debutar en abril en playoffs (ya veremos contra quién) y el fichaje de Iguodala puede provocar que otros jugadores como Dragic (cobrará 20 millones esta temporada, en la que acaba contrato) acaben yéndose de Miami. Eso dejaría hueco para alargar los contratos del resto de estrellas emergentes, pero sigue siendo un sinsentido haber dado a Iguodala 15 millones más el año que viene con 36 años y sus declarados deseos de regresar a los Warriors.
Los Heat van a intentar el asalto al anillo, no es para menos. Pero, ¿son verdaderamente aspirantes? Y, de no ser así, ¿por qué narices han fichado a Iguodala? Puede ser útil en playoffs, pero también un bache en un proyecto precoz y prometedor y una duda eterna para la temporada que viene, la que tiene asegurada con el equipo. Solo el tiempo lo dirá, pero a priori, el fichaje de Iguodala ha sido, como mínimo, arriesgado. Y las cosas pueden no salir según lo planeado. Al fin y al cabo, Pat Riley también se equivoca.