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NBA | ANÁLISIS

¿Por qué nadie habla de los Bucks de Antetokounmpo?

Los Bucks son el mejor equipo de la NBA y cuentan con el máximo candidato al MVP. Historia tienen y posibilidades de anillo también, pero nadie habla de ellos. ¿Por qué?

Giannis Antetokounmpo es el jugador franquicia de los Milwaukee Bucks de la NBA
Patrick SmithAFP

¿Por qué nadie habla de los Milwaukee Bucks, ese equipo que va líder de la NBA y que aplasta a un rival cada noche sin ningún tipo de piedad y con una superioridad absoluta? Es curioso, extraño y casi una rareza lo poco que se está teniendo en cuenta a esta franquicia. No porque no sean favoritos, algo que por juego y números son. Tampoco porque la gente niegue que son el conjunto más destacado del momento, una entidad en forma que no para de sumar victorias con una facilidad suprema. Los Bucks son todo eso y mucho más pero, por alguna razón que desconocemos, no están en boca de la gente. Al menos, no de la manera que debería estar el mayor candidato al anillo que hay ahora mismo en la competición norteamericana. 

El caso, digno de estudio, es sorprendente a la par que repetitivo. Al fin y al cabo, Milwaukee ya tuvo el mejor récord de la NBA el año pasado, cuando se convirtió en el único equipo en llegar a las 60 victorias (60-22) y de asegurar la ventaja de campo en todas las eliminatorias de playoffs que disputara. Tampoco ha cambiado el líder. Si Antetokounmpo se proclamaba MVP hace menos de un año con números de otra era (27,7+12,5+5,9), en la presente campaña no está sino reafirmando que es una bestia física cada vez más difícil de parar. Ha mejorado lo inmejorable, superando en dos tantos la cifra de puntos por partido (ahora en 29,9), atrapando un rebote más por partido (13,6) y prácticamente calcando las asistencias (5,8). Y todo ello con un 55% en tiros de campo, la segunda cifra más alta de su carrera tras el 57 de la 2018-19, y un 31% en triples, la mejor (pero mejorable) de su carrera. Sobre todo si tenemos en cuenta que las defensas flotantes ya no le frenan a la hora de lanzar, algo que hace casi 5 veces por noche (4,7), una cifra notablemente superior a la del último curso (2,8). 

Entonces, ¿por qué nadie habla de los Bucks? Aclaremos primero que hablar de ellos se habla, aunque quizá, solo quizá, con una frecuencia menor a la que se merecen. Es muy común que en la NBA actual se de (demos) más importancia a otros equipos por delante de Milwaukee. Al fin y al cabo, los grandes mercados y las grandes historias son el pan de cada día en la mejor Liga del mundo. Y de eso se vive. De eso vivimos. Y gracias a ello se sostiene una competición a punto o no de entrar en crisis, con historias hollywodenses inherentes a la NBA, que se convirtieron en esenciales a partir de los 80 (Magic, Bird y el relato que se originó) y que han tenido múltiples episodios ya sea con Jordan, Phil Jackson, Kobe y Shaq o, en los últimos meses, Kawhi Leonard. El motivo por el que se hablaba más de Kobe que de Duncan, dos leyendas adimensionales y compañeros generacionales, era que uno vendía más que otro en esa eterna búsqueda de la mejor historia en la que incluso el propio balonesto queda, en ocasiones, en un segundo plano. 

Por lo tanto, no es de extrañar que en el relato actual, Kawhi, el load managment, la sombra de LeBron, los Lakers o los Celtics copen más titulares que una franquicia que, recordemos, ha llegado a tener una racha de 17 victorias consecutivas, tiene el mejor récord de la NBA (50-8), ha sido la primera que ha llegado a las 50 victorias, anota más que nadie en toda la Liga (120 puntos por partido), ha aumentado su ritmo hasta niveles insospechados (su pace de 105,2 es el más alto que tienen desde la 1973-74), tienen el segundo offensive rating más elevado de su historia (113,7, rozando los 113,8 de la campaña pasada) y el mejor rating defensivo desde la 1975-76 (102,1). Y tiene, repetimos, al máximo candidato el MVP entre sus filas. Casi nada.

Una historia grande para un mercado pequeño

Toda franquicia tiene su propia historia y la de los Bucks está llena, como todas, de sombras luces. Al menos en lo que se refiere a esa forma de pasar desapercibidos que tienen hoy en día, algo intrínseco a su existencia y a la de otros mercados pequeños de la Liga. Creados en 1968 cuando la NBA llegó a Wisconsin, no son ni los más longevos ni los más neófitos de una competición en la que el éxito se les fue tan pronto como llegó. Fueron los que seleccionaron a Lew Alcindor, futuro Kareem Abdul-Jabbar, en el primer puesto del draft de 1969, y con él y con Oscar Robertson (sí, ese hombre que promedió triple-doble por primera vez esta temporada) ganaron en 1971 el primer y hasta ahora único anillo de su existencia, allá por la prehistoria de la competición a la que pertenecen.  

El éxito duró lo que duran las estrellas en mercados tan pequeños. Todavía dio tiempo a llegar a las Finales de 1974, pero cayeron ante los Celtics (los Bucks pertenecieron al Oeste entre 1970 y 1980). La retirada de Robertson al año siguiente unida a la lesión de Jabbar supuso el principio del fin. El pívot pidió el traspaso a una gran ciudad (Nueva York o Los Ángeles), ese mantra eterno al que siempre se han tenido que enfrentar los equipos débiles comercialmente hablando, conjuntos a los que les resulta imposible competir contra franquicias que son casi marcas, en gran parte por la ciudad en la que se encuentran, y que los agentes libres eligen como destino.

Jabbar sería traspasado a los Lakers (donde ganó 5 anillos más junto a Magic en los 80) y los Bucks entraron en una crisis relativa que no les impidió rozar las Finales hasta en tres ocasiones con Don Nelson, un entrenador que ya por aquel entonces era una máquina de ganar partidos en regular season (con 1335, tiene más que nadie) pero al que siempre se le resistieron las Finales y, por supuesto, el anillo. Marques Johonson o Sidney Moncrief se convertirían en los líderes de los últimos Bucks consecutivos del siglo XX. Serían elecciones del draft, esos sinremedios que tienen los eternos (insistimos) mercados pequeños cuyas necesidades, ante la imposibilidad de atraer estrellas ya consolidadas, solo se pueden ver saciadas en el draft.

Nada volvería a ser lo mismo tras la marcha de Nelson, aunque George Karl hizo soñar a la franquicia de nuevo. Aterrizó en 1998, la temporada del lockout, y llevó al equipo de nuevo a rozar las Finales en 2001, liderado en pista por Ray Allen, otra elección del draft que se retiraría con 2 anillos y más triples que nadie pero que por aquel entonces daba sus primeros pasos. Con él, Sam Cassell y Glenn Robinson remaron hasta el séptimo partido de las finales del Este, pero un tal Allen Iverson y sus 44 puntos lo impidieron. Desde entonces, nadie supo nada de los Bucks. Hasta ahora. Y, aun así, más favoritos que nunca, seguimos sin hablar de ellos. 

Anteto y el anillo

La llegada de Giannis Antetokounmpos en el draft del 2013 (puesto 15 de la primera ronda) fue un soplo de aire fresco para una franquicia en crisis y con necesidad de nuevas caras y propósitos. La elección de Jason Kidd como entrenador al año siguiente fue una catástrofe y el técnico, con una carrera en los banquillos inversamente proporcional a la inteligencia de la que hacía gala como jugador, llevó a un equipo sin rumbo por la parte baja de la Liga, siempre a remolque, con resultados dispares y sin constancia ni regularidad. Eso sí, fue el hombre con el que Anteto se desarrolló. Con él jugó su primer All Star (ya lleva 4), ganó el premio a Jugador Más Mejorado (23+9+5 en la 2016-17) y entró en el Segundo Mejor Quinteto de la NBA en la temporada siguiente. Una que Kidd, siempre cuestionado (y hoy segundo de Vogel en los Lakers), no acabó, siendo sustituido por Joe Prunty en la parte final de la campaña, en la que disputaron los playoffs por segundo año consecutivo para caer en siete disputadísimos encuentros contra los Celtics. 

La temporada pasada fue la temporada. Al menos hasta el 19 de mayo, día en el que cayeron ante los Raptors en el sexto partido de las finales del Este. Hasta entonces, el camino fue un sueño, aunque, como siempre, nadie hablaba de ellos. Jon Horst, ascendido a General Manager en 2017 y responsable del despido de Jason Kidd, fichó a Mike Budenholzer, ese discípulo de Popovich que dirigió a los Hawks de Korver, Horford y compañía a las 60 victorias de la 2014-15 antes de chocarse con los Cavs de LeBron (4-0) en esa última eliminatoria del Este en la que tantos y tantos se han quedado con El Rey imponiendo su tiranía. 

Anteto ocupó como nadie el espacio dejado por James y lideró en todo a los Bucks. Budenholzer desarrolló sus capacidades ("estoy al 60%", dijo Anteto al concluir la pasada campaña) hacia una nueva dimesión y clavó las victorias que consiguió cuatro años antes con los Hawks, 60. Lejos todavía del 66-16 que constituyeron el récord de la franquicia en la 1970-71 (la del anillo), pero con un dominio aplastante que le hizo ganar el premio a Mejor Entrenador, darle a su pupilo el MVP y hacer buenas las gestiones de Horst, que se llevó el premio a Ejecutivo del Año tras la mejora de la franquicia, que añadió 16 triunfos a los 44 de esa última temporada que inició Kidd y acabó Prunty. Y con el líder griego como capitán del All Star junto a LeBron en el Oeste, ese hombre cuyo trono estaba llamado a ocupar.

No acabó así la cosa. En ningún momento se contó con los Bucks y las predicciones se hicieron buenas cuando Kawhi Leonard acabó siendo coronado. Antes de eso, finalista del Este por primera vez desde 2001, y 2-0 en esa serie contra los Raptors tras sobrevivir en un durísimo primer partido y arrasar en el segundo (125-103). Por entonces, era un 10-1 en playoffs: 4-0 a los Pistons, un tremendo 4-1 a los Celtics con cuatro victorias seguidas (dos en el Garden de Boston) tras caer en su pista en el primer partido y ese 2-0 ante Toronto con una prórroga en el tercer partido que rozó un 3-0 que habría sido casi definitivo y, que viendo como acabaron los Warriors la temporada (en cuanto a lesiones se refiere), podría haber significado el anillo. Y todo eso sin contar los 34 sold outs de su pabellón durante fase regular, el lujoso Fiserv Forum que costó más de 500 millones de dólares, que batió récords de abonados (más de 10.000) y concentró a más de 100.000 aficionados en sus alrededores durante esos playoffs triunfales hasta el 19 de mayo. 

Las pérdidas en verano fueron asumibles (sobre todo las de Pau Gasol y Nikola Mirotic) y la marcha de Marcus Brogdon, un jugador instrumental y con un perfil estabilizador en el esquema físico y basado en los triples de Budenholzer (firmó por 85 millones y 4 años con los Pacers), fue suplida con las llegadas de un Robin López bien utilizado, Wesley Matthews y Kyle Korver, un veterano siempre útil para que el vestuario no se desmadre. Y, como mercado pequeño que son, intentaron hacer lo que nunca han conseguido los mercados pequeños, mantener a una estrella que sigue sin dar pistas sobre un futuro que parece estar ligado a su actual franquicia pero que nadie conoce con certeza. Y en el que, por cierto, los Warriors siguen sembrando dudas. Los Bucks, con no pocos esfuerzos, consiguieron quedarse por debajo del impuesto de lujo para reservarse la posibilidad de ese hipotético contrato máximo cuyo ofrecimiento, más que una posibilidad es una certeza. Y firmaron a Thanasis Antetokoumpo, el hermano mayor de Giannis que ya pasó con más pena que gloria por los Knicks (en 2016-17), una franquicia en la que, por otro lado, es casi imposible pasar últimamente con algo de gloria. En una era de jugadore nómadas y empoderados, toda precaución es poca, pensaría Horst. Y si para que Anteto se quede hay que contratar a todo el que pida, se hace y ya está. El futuro de la franquicia depende de ello.

Los Bucks han evolucionado a una nueva dimensión. Una en la que pocos equipos se han visto. Si acaso, los últimos Warriors, los Lakers de otra era o los Bulls de Jordan. Van camino de las 70 victorias, solo los controvertidos Sixers tienen mejor récord que ellos en casa (27-2 por 26-3) y solo LeBron y compañía se acercan on the road (24-5 por 23-5 de los angelinos. Y ni así, la gente habla de ellosPuede ser por las dudas que plantea el buen tipo que es Budenholzer, al que siempre le ha acompañado la vitola de entrenador de temporada regular que falla en playoffs. Así fue en los Hawks y así en los Bucks de hace un año, cuando en determinados momentos faltó un plan b em una serie en la que se juntaron muchos factores y que tuvo a unos Raptors que fueron campeones con un tiro ganador en semifinales, remontando un casi 3-0 en las finales y ganando el anillo antes los Warriors más desmadejados y vulnerables que nunca. Y sí, la historia podría haber sido bien distinta. Pero al final, la historia es la que es

Al final y como siempre, serán los playoffs los que dicten sentencia. Ahí deberá responder Anteto y demostrar su verdadera progresión. Los Celtics, siempre competitivos y al acecho, ya dejaron entrever sus carencias a principio de temporada. Esas que no le hacen ser precisamente el jugador más carismático para el aficionado. La falta de tiro exterior, el inexistente uso del mid range y las dificultades para encontrar a sus compañeros (da casi 6 asistencias por partido pero son hombres solos y abiertos), provocan que haya maneras de pararle por mucho que parezca imparable. Al final, como LeBron en sus inicios, el griego se siente seguro cuanto más cerca está de la canasta. Y, como LeBron en sus inicios, deberá luchar con las acusaciones que dicen que solo sabe penetrar y dar un paso más en un juego muy comentado también tras el Mundial de China y unas reglas FIBA a las que no pudo o no supo adaptarse. 

Es el año clave para el proyecto de los Bucks. Y el definitivo, según cual sea el resultado. Podrá ser la constatación de que los mercados pequeños han venido para quedarse y que la victoria de los Raptors hace unos meses no fue circunstancial, sino un síntoma de que en la Liga hay hueco para todos. O pueden volver a tropezar en una piedra que Budenholzer ya ha experimentado, con la presión añadida de tener que ganar sí o sí para contentar a un Anteto cuyo futuro está (o no) en el aire. Todo eso se juega Milwaukee, una ciudad que tiene la major oportunidad para ver a su equipo salir campeón desde 1971. Pocos quedan que lo recuerden. Ah, y por cierto, 5 de los 6 equipos que han llegado a las 50 victorias tras los primeros 58 partidos en la historia de la NBA han salido campeones. Los únicos que no, en 2016, los Warriors del 73-9. Ahí queda eso