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G-LEAGUE

Los Pelicans tendrán afiliado en la 'Liga de Desarrollo'

El 'segundo' equipo de la franquicia de Nueva Orleans jugará en Birmingham (Alabama), según Adrian Wojnarowski. Solo faltan Blazers y Nuggets.

Julius Randle lanza ante Harry Giles, durante el Pelicans-Sacramento.
Jonathan BachmanAFP

Los New Orleans Pelicans tendrán un equipo afiliado en la G-League, la anteriormente conocida como Liga de Desarrollo, según Adrian Wojnarowski. El nuevo conjunto tendrá su localización en Birmingham (Alabama), aunque jugará esta temporada en Erie (Pensilvania) hasta la adecuación completa del pabellón de la primera ciudad. 

Con este anuncio, ya son 28 de 30 franquicias de la NBA con un segundo equipo en la renombrada Gatorade League. Solo faltarían Denver Nuggets y Portland Trail Blazers. El equipo de Colorado ha realizado algún que otro movimiento para adquirir un conjunto, mientras que el de Oregón está inmóvil.

El deseo de la Liga norteamericana es estar al 100% representada en la Liga de Desarrollo y sus ubicaciones favoritas para los futuros equipos son Ciudad de México (Adam Silver apoyó públicamente esta idea) y Omaha. La localidad de Nebraska ha mostrado en múltiples ocasiones su deseo de tener un conjunto afiliado de la NBA (vía Keith Smith).

Nuevos horizontes

La segunda liga profesional de los Estados Unidos tiene la mirada puesta en las jóvenes promesas y así lo hizo saber su presidente, Malcolm Turner, en la ESPN. El mandatario quiere crear una ruta alternativa a la de la NCAA en la que solo las mejores promesas que salgan de los institutos americanos puedan estar un año jugando con ellos y, lo más importante de todo, cobrando (la cifra rondaría los 125.000 dólares), algo prohibido en la universidad.

Esto rompería con el statuos quo reinante en el baloncesto norteamericano: la universidad siempre antes de la NBA, sobre todo tras el establecimiento del one-and-done en 2005 por David Stern. La regla (con la que la Liga quiere acabar) del antiguo comisionado una edad mínima para declararse elegible (19 años). Esto implicaba que los jugadores deberían permanecer como mínimo un año en la NCAA sin recibir un salario... un principio que se retorcía a través de diferentes beneficios económicos o materiales, tal y como demostró la investigación del FBI