En Málaga nos sorprende que el resto de España se asombre con las cosas que Isco es capaz de hacer sobre el terreno de juego. Aquí le disfrutamos. Es un futbolista genial y diferente que mantiene la sencillez del chaval de barrio que juega al fútbol en la calle con sus amigos de siempre. Ser Golden Boy como Agüero, Messi o Balotelli no está al alcance de cualquiera. La primera vez que fue llamado por la Selección sabía que saldría del Málaga. Sus compañeros del Real Madrid y Barcelona le decían medio en broma medio en serio “vente para acá”. Al final se fue al Bernabéu porque fue la oferta mejor en lo económico para los blanquiazules y se proporcionó al genio de Benalmádena el trato más humano y una inigualable rampa de lanzamiento.

Abdullah Ghubn, el vicepresidente del malaguista (hoy desaparecido del mapa) que cometió la bendita locura de pagar siete millones de euros por un talento sin experiencia en Primera, dijo sobre él que era “el jugador del futuro”. El jeque Al-Thani dijo que nadie usara en La Rosaleda su dorsal 22 que hoy sigue retirado. Se le echa de menos. Málaga, una provincia de las más madridistas de España le aplaude y admira.